Sis horas de Canço a Canet.- Artículo de Félix Alonso (Colectivo Rousseau)
Dedicado a Emilio España
Los que no tuvimos ocasión de ir al festival de Woodstok, pero vivíamos en Barcelona, acudíamos al sitio donde también se respiraba libertad, a Canet de Mar. Las canciones de Francesc Pi de la Serra, Pau Riba u Ovidi Montllor, no tenían la estridencia del rock, pero estar tumbado al lado de una noia de Arenys de Mar, me era suficiente, ya me valía. Me parecía más fácil entender “Qualsevol nit pot sortir el sol” que “Me and Bobby MacGee”. De eso hace ya un porrón de años, pero el nombre de Canet siempre lo he tenido asociado a un gran momento de libertad, por el contexto político y por esa sensación de dejarte llevar, de subirte a una nube. A pesar de la leyenda, nadie me pidió que pronunciara «Els Setze Jutges».
… Y llegó Casado (antes hubo otros) y nos dice que ahora a los niños que hablan castellano les ponen piedras en las mochilas y no les dejan ir a “mear”. Todo un despropósito. Como también lo son las declaraciones de Oriol Güel en TV3 sembrando odio “contra los colonos españoles”. Sí, diciendo que “Espanya ens odia, volem destruir una cultura”.
Así no hay manera. Unos se basan en la “España es así”, de Agustín Serrano, y “La Patria Española” de Ezequiel Solana, ambos de la editorial Escuela Española, y los otros en la xenofobia, que tuvo expresión teórica en Pere Màrtir Rosell y Josep María Vandellòs.
En el libro de Ezequiel Solana se reproduce el discurso del “Caudillo” a las organizaciones juveniles en el 39, y que titula: “La más hermosa lección de Historia”: … Nosotros, en la infancia teníamos que ir a rebuscar en las páginas de nuestro pasado aquellas hazañas gloriosas que los detractores de España llaman fábulas… (¿Os suena?). En el libro de Pere Mártir “Raça”, intenta construir una teoría política del hecho nacional sustentada en la teoría de raza. Esta sería, a su juicio, el factor fundamental para mantener la cohesión de la comunidad, cualquier alteración es percibida como una amenaza.
En la manifestación por “El Catalán en la Escuela” celebrada recientemente, y que Ignasi Guardans considera que lo que realmente se pedía es que no se diera castellano, pude ver pancartas que decían “Fora Colonos”, lo que ha provocó un debate entre los comunes por su asistencia con ese tipo de rótulos. Por eso me centraré, siguiendo a Antonio Santamaría, en dar algunas pinceladas sobre el concepto de colono en Cataluña, que espero sirva a una parte de la izquierda.
En el año 1935 se publicaron dos libros: Catalunya, poble decaden y La immigració a Catalunya, de Vandellós, planteando que la inmigración es imprescindible para el desarrollo industrial del país, pero puede provocar la “descatalanización de la patria”. Por eso se muestra contrario a la asimilación de los inmigrantes y es partidario de su segregación. Daniel Carmona, fundador de Estat Catalá, muy citado en su día por Torra, publicó L’ocupacio castellana, donde percibía la inmigración como un arma de guerra del Estado contra Catalunya.
Hay que decir que el joven Pujol se mostró crítico con estas posturas xenófobas y acuñó lo que denominó “doctrina catalana de la integración”, y que venía a dar respuesta a las duras consideraciones que describía Francesc Candel en su novela Els altres catalans sobre las condiciones de vida de los inmigrantes en el año 1964. Hubo un objetivo de integración confluyendo las ideas del PSUC y Pujol en el sentido de evitar la creación de dos comunidades enfrentadas. Serán catalanes los que vivan y trabajen en Cataluña.
Los colonos
Esta posición provocó la reacción del Front nacional de Catalunya, con Manuel Cruells a la cabeza, quien en su obra Els no catalans i nosaltres rechaza los planteamientos de Candel y Pujol; los inmigrantes solo podrán ser aceptados como catalanes cuando hablen el catalán y sientan como propias las reivindicaciones de país. No valía vivir y trabajar en Cataluña. No sirvió que los sectores de la izquierda y los sindicatos reivindicaran el Estatut d’Autonomía. El manifiesto de Els Marges decía que había que restituir el catalán como “lengua nacional” y única oficial. Si este manifiesto del año 79 decía estas cosas, el manifiesto del colectivo Koiné del año 2016 rechaza el bilingüismo e insiste en que el catalán sea la única lengua oficial. Los teóricos de estos manifiestos lo que quieren es excluir a los denominados “colonos” del derecho de sufragio para superar ampliamente el 50% en las opciones independentistas.
Le oí a Salvador Illa en el cierre del congreso del PSC la semana pasada reivindicar “un sol poble”, que era precisamente el concepto que acuñó Josep Benet, el senador más votado de la Entesa dels Catalans, una candidatura unitaria de izquierdas del año 77. Salvador no fue a la manifestación para no hacer frentes con la lengua. Ése es sin duda el camino.
A Casado le digo que la “Colometa” de La plaça del Diamanat no me la imagino hablando castellano, y a Oriol Güel i Puig que al pijoaparte de Ultimas tardes con Teresa tampoco me lo imagino hablando en catalán. No enfrenten las lenguas, no enfrenten ciudadanía. Seguiré con el espíritu Canet de mi juventud.
Félix Alonso (Colectivo Rousseau, San Lorenzo de El Escorial)