«Escuela de Cine Medinaceli».- Artículo de opinión de Félix Alonso (Colectivo Rousseau)
Cuando bajaba a comprar el periódico (sigo con el papel) y pasaba por delante de la Escuela de Cine y Teatro Medinaceli salía una voz profunda por la ventana en lunfardo que decía: «¡Pasa, pasa!». Y allí, sentado en una silla de Ikea departía durante un buen rato con el amigo José Ramón. Hicimos varias sesiones sobre la importancia de ver las películas en versión original; él defendía el gremio de los dobladores -con la misma intensidad que ahora los jueces quieren ser elegidos al Consejo por ellos mismos-, pero terminó reconociendo que las pelis había que verlas como dios manda.
Como su padre tenía carnet del PSOE, de los antiguos, lloramos juntos la falta de compromiso con la cultura, demostrada por los que echaron a golpe de violencia de la Sala Juan Negrín al Colectivo Rousseau. Y me hablaba también de Juan Negrín, por supuesto, coincidiendo en las virtudes del político republicano. Cuando puse cuatro películas de Karel Zeman en su sala, ese gran director de animación, quedó encantado con la “Invención Diabólica”, y a los pocos días me ofreció la posibilidad de visionar cine de la escuela rusa.
Como si volara en una alfombra maravillosa, al día siguiente tenía una peli, de un director que no recuerdo, y ya es difícil. Hablamos de la FAMU, la Facultad de Cine de la Academia de Artes Musicales de Praga, donde se formaron muchos de los cineastas de la Nova Vina, y como me di cuenta que tenía contactos en el mundo de la distribución le solicité un imposible, disponer de todo el cine de Otar Iosseliani (había visto el “Mirlo silbador”, en un DVD titulado «El cine de nuestro tiempo», y el pack que vendían en Francia estaba por encima de mis posibilidades). ¡Sorpresa! A los tres días, las tres mejores películas del georgiano. Vino la pandemia y el cierre de la actividad en la Escuela; no le he vuelto a ver, pero en algún sitio las tendrá escondidas y dispuestas para dármelas con la mascarilla.
Un local adecuado
Las pelis de Otar las podríamos poner si tuviéramos algún local adecuado, porque público se ha demostrado en el pueblo que existe; en las últimas sesiones teníamos que proyectar en dos días alternativos, ya que se llenaba la sala. Sólo nos falta complicidad con los responsables políticos. Hay espacios, por un lado el Cine Variedades, al que no se atreven a meterle mano, por otro el antiguo Casino, el Auditorio San Lorenzo (qué bien si le llamaran Tomás Luis de Victoria) e incluso la propia Sala Medinaceli, que ahora está en venta. Muy difícil, lo sabemos.
Si son incapaces de decir a los amigos del Zipi-Zape, que han dado mucha gloria a la fiesta, que cedan el local que tienen en la Casa de Cultura de forma exclusiva desde hace muchos años para uso de las asociaciones culturales del pueblo, podríamos pensar que están interesados en nuestros proyectos. Ha gobernado el PP, y Vecinos con el PSOE e IU; ya sólo nos queda confiar en una moción de Esteban Tettamantti. Y si quieren un ciclo sobre “los modernistas checos”, aquí estamos.
Félix Alonso, presidente del Colectivo Rousseau
San Lorenzo de El Escorial