200 años de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte: de la Casa del Nuevo Rezado a la capilla en el cementerio parroquial de San Lorenzo
Este jueves, 6 de octubre, se cumplieron los 200 años de la constitución de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte tal y como se conoce en la actualidad, contando en este momento con unos 600 hermanos.
Fue en 1816 cuando la imagen del Cristo crucificado fue entregada a la antigua Cofradía de la Vera Cruz. Para conmemorar este aniversario, este sábado, 8 de octubre, tendrá lugar una solemne eucaristía (19.00 horas) en la Basílica del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Antes, a las 17.30, la imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte será trasladada en procesión desde el Santuario de la Virgen de Gracia.
Un poco de historia
El Cristo de la Buena Muerte -entonces sin ese nombre- llegó a San Lorenzo en el siglo XVII de la mano del monje jerónimo Fray Antonio de Olivares, que habría traído la imagen desde el monasterio murciano de La Ñora. Tras el expolio en la Guerra de la Independencia, fue encontrado en la madrileña Casa del Nuevo Rezado (actual Real Academia de la Historia) en 1814, volviendo al Monasterio escurialense, donde permaneció en la celda de algún religioso, hasta que el 6 de octubre de 1816 fue trasladada con gran solemnidad a la capilla del cementerio parroiquial.
Fue el vicario general Fray José de Malagón quien bendijo la imagen y le puso el título “De la Buena Muerte”, convirtiéndose en patrono de la Cofradía de la Vera Cruz, que en 1864 pasó a ser la Congregación del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, contando entonces con 181 integrantes.
El sepulturero Alfonso Montes
El momento más complicado para la Hermandad se vivió en 1936, en el contexto de la Guerra Civil, cuando el sepulturero Alfonso Montes “envolvió la imagen del Santísimo Cristo en el estandarte y la ocultó en una sepultura de los Padres Agustinos, salvándola así de la más que probable destrucción”, tal como se detalla en la web de la Hermandad. “Aquel hombre, que no gozaba precisamente de fama de religioso, ni compartía las ideas del bando que decía defender la fe, y cuya propaganda quiso convertir en ‘Cruzada’ lo que en realidad no fue sino un conflicto fratricida que nunca debió suceder, puso en peligro su vida llevando a cabo tan noble acción, pues desgraciadamente, numerosos eran los enterramientos que tenían lugar casi a diario, algunos muy cerca del lugar donde se hallaba oculto su secreto”, continúa el relato.
Terminada la Guerra, el enterrador fijó su residencia en Madrid y fue ya en 1940 cuando se procedió a desenterrar la imagen del lugar donde había estado oculta. A pesar de su aceptable estado de conservación, se le habían desprendido los brazos del cuerpo y le faltaban un pie y algunos dedos de las manos, por lo que fue necesaria una restauración a cargo del artista local Emilio Pardo, además de que el carpintero Isidoro Millán elaboró una cruz. Más deteriorado quedó el estandarte de la Hermandad, que no fue recuperado definitivamente hasta 1997.
Refundación
El 11 de febrero de 1940 se procedió a la refundación de la Hermandad, con Dámaso Domínguez como hermano mayor. Después, el impulso del párroco Don Teodosio fue definitivo para la creación en 1945 de la Junta de Cofradías, de la que la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena es una de las fundadoras, procesionando en la Semana Santa de San Lorenzo hasta 1969. Se suspendió luego por distintos problemas, hasta que se recuperó en 1983, aunque durante esos años sí se mantuvo la emotiva Procesión del Silencio, que a medianoche del Viernes Santo recorre las calles de la localidad hasta su capilla en el cementerio parroquial.