«La filosofía es el deseo de saber, y eso es algo innato en los niños»
El Colegio Laude Fontenebro, situado en Moralzarzal, incorpora desde hace tres años en su currículo educativo y de forma exclusiva en la zona el Programa de Filosofía Lúdica, cuyo objetivo principal es desarrollar en los niños y sus educadores el pensamiento crítico, ético y creativo, teniendo en cuenta además que una reciente investigación (cuyos resultados se han publicado en ‘Analytic Teaching and Philosophical Praxis’) “sugiere que enseñar filosofía puede producir una mejora significativa en el nivel de inteligencia de los alumnos”.
En el caso del Laude, el proyecto ha sido puesto en marcha por Julia García Morán, coordinadora de Infantil, quien detallaba que “la metodología de trabajo con los niños es participativa, creativa, lúdica, interactiva, dinámica y holística”. Por su parte, la directora del centro, Alicia Alonso de Leciñana, explica que se trata de “pensar mejor, de forma más rápida y más eficiente, a la vez que aprenderán a resolver sus problemas siendo más hábiles para afrontar los retos del siglo XXI. Y todo esto en un ambiente lúdico de juego y diálogo”. Con ella hablamos acerca de las características de este novedoso programa.
¿En qué consiste este proyecto de filosofía lúdica?
Es un programa que fundamentalmente pretende desarrollar habilidades de pensamiento en niños muy pequeños. En los adultos no deja de provocar cierta sonrisa que hablemos de filosofía tratándose de edades tempranas, pero al fin y al cabo la filosofía es el deseo de saber y eso es algo innato en los niños. Lo que buscamos es potenciar ese ansia de saber y organizarlo para que desarrollen habilidades de pensamiento crítico, creativo, lógico… Que sean capaces de procesar información y elaborar un juicio crítico fundamentado.
¿Desde qué años se pone en marcha?
Empezamos con los más pequeños, de 3 años, y hasta ahora lo hemos mantenido en el ciclo de Infantil, pero el curso que viene lo extendemos también a 1º y 2º de primaria. La idea es que vaya creciendo, adaptando los materiales y la estrategia de trabajo a la edad del alumno, pero con la misma dinámica de funcionamiento.
¿Cuál es esa dinámica?
Generalmente se parte de la lectura de un cuento, o de un texto cuando son más mayores, y a partir de ahí se incita a que los alumnos hagan preguntas. Empezamos a trabajar en Infantil con Ángelica Sátiro, que tiene el proyecto de “La mariquita Juanita”. Es el material que existe de este programa de pensamiento lúdico para pequeños. La primera vez que oímos hablar de este proyecto fue hace 20 años, cuando Matthew Lipman, a través de un manual con el nombre de “Lisa”, ya desarrollaba un programa parecido, aunque con alumnos de Secundaria. Queremos dar continuidad a esta iniciativa porque, después de tres años, los resultados son muy buenos y encajan muy bien dentro del proyecto educativo del colegio. No se trata de algo aislado, sino que forma parte de ese continuo que como centro entendemos que tiene que ser la educación.
¿Llega a sorprender la capacidad de aprender que pueden desarrollar los niños?
Sorprende, y mucho. Uno de los errores que cometemos en los modelos educativos es que poco a poco parece que vamos coartando habilidades que son innatas en los niños. Cualquier padre se dará cuenta de las muchas veces que su hijo le pregunta “por qué, por qué, por qué”. A veces es cierto que lo que busca es establecer un contacto con el adulto o actuar como una llamada de atención, pero en la mayor parte de las ocasiones responde a un deseo innato de saber. Lo que intentamos con este programa, y en general con la manera de trabajar en Laude, es ir potenciando ese deseo de aprender que existe de manera natural, canalizándolo luego para desarrollar estrategias de aprendizaje.
¿Cuál es el balance que haría después de estos tres años de “filosofía lúdica”?
Estamos muy satisfechos. Y de hecho esa es la razón por la que el curso que viene hemos decidido continuar creciendo y llevarlo a otras etapas. Hay una transposición clara de las habilidades que los niños adquieren y que luego se pueden aplicar a otras áreas, sobre todo por la capacidad de asimilar mejor la información. Antes hemos hablado de “El Jardín de la mariquita Juanita”, y en este sentido el colegio está inmerso en un proceso visible de mejora de las instalaciones y se nos ocurrió convertir un espacio verde que estaba sin usar en el propio jardín de la mariquita, que han diseñado los niños. Es un ejemplo de cómo trabajamos para adaptar el espacio al modelo educativo. Porque además es fundamental que el alumno entienda que su proceso de aprendizaje no es algo impuesto que viene de fuera, sino que realmente él es el centro y el verdadero protagonista de ese proceso.
El nombre de filosofía lúdica invita a traducirlo como “pensar divirtiéndose”…
Efectivamente, se trata de reivindicar el juego como una forma de aprendizaje más. Por ejemplo, en clase de matemáticas de 4º de la ESO los alumnos han explicado combinatoria con gominolas y muñecas y yo, que soy profesora de historia, lo he entendido perfectamente. Es un aprendizaje que para ellos es más evidente y palpable; el resultado es mejor cuando se trata de un aprendizaje activo y vinculado con el juego.
Por otra parte, este programa llega en un momento en el que la filosofía está casi marginada en el currículo educativo…
Sí, nosotros reivindicamos la filosofía y el pensamiento creativo, y sobre todo la importancia del aprendizaje como algo que contribuya a construirte como persona y que no tiene que estar vinculado necesariamente a un criterio economicista. El currículo que actualmente se ha definido desde las instancias políticas, y así figura en el preámbulo de la LOMCE, pasa por potenciar todo aquello que pueda tener una aplicación en términos de crecimiento económico. Y nos parece que se deja de lado una parte importantísima, que es el crecimiento de la persona.