La Granjilla de La Fresneda, en El Escorial: de Felipe II a la familia Aguirre Borrell
Gregorio Sánchez Meco presenta, acompañado por Santiago y Esperanza Aguirre, un libro sobre la historia de este enclave del que Fray José de Sigüenza llegó a decir que evocaba el Paraíso.
“Todo el mundo quiere volver alguna vez al que fue su lugar de juegos”. Así resumía Santiago Aguirre Gil de Biedma su vinculación, y por extensión la de su familia, con La Fresneda y la finca de La Granjilla, en donde recientemente han culminado los trabajos de restauración que se han venido realizando desde hace veinte años. “Para mí ha sido toda mi infancia”, añadía su hermana Esperanza Aguirre, ex presidenta del Senado y de la Comunidad de Madrid, que ejerció como entrevistadora en la presentación del libro “El Parque de La Fresneda. La Granjilla”, de Gregorio Sánchez Meco, historiador y cronista oficial de la Leal Villa de El Escorial.
El acto contó también con la presencia del consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, Carlos Novillo; la primera teniente de alcalde de El Escorial, Vanessa Herranz, y varios concejales, tanto del gobierno (Soledad del Valle y Antonio Lobo) como de la oposición (Tamara Ontoria y Paloma Menéndez); el ex ministro Marcelino Oreja, y el director de la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo, el padre José Luis del Valle, entre otros invitados.
El libro de Sánchez Meco hace un recorrido por la historia del conjunto de La Fresneda, y más en concreto de las 147 hectáreas que el rey Felipe II adquirió como quinta de recreo y jardín familiar, así como para el descanso de los monjes jerónimos. Aquí construyó, entre 1563 y 1585, un conjunto monacal y palaciego que después siguió siendo utilizado durante 250 años por distintos monarcas de los Austrias y de los Borbones, hasta que en el siglo XIX, como consecuencia de la desamortización (primero en 1809 y luego en 1870) y de dos importantes incendios, sufrió un progresivo proceso de degradación hasta caer en un absoluto abandono.
La compra de unas ruinas
“El arbolado había desaparecido y el bosque se había convertido en un erial”, recogía un documento de la época al que hizo referencia el historiador escurialense. Prados, un pozo, ruinas y estanques secos. “Eso es lo que compró un farmacéutico de Malgrat de Mar, que pertenecía al Partido Radical de Zorrilla”, explica Sánchez Meco sobre el tatarabuelo de Santiago, Esperanza y sus otros seis hermanos. “La familia Borrell, que no tenía ninguna vinculación con El Escorial, compró las cuatro porciones en las que Hacienda había dividido La Fresneda, lo que permitió conservar, mantener y reconstruir el jardín y el resto de edificaciones”, añadía, para recordar después que la tatarabuela de los Aguirre explotó la huerta y llegó a tener un puesto de verduras en El Escorial. En realidad, dijo, lo más probable que ésta fuese únicamente “una finca de recreo” y que viviesen en una vivienda del casco urbano escurialense.
“Gregorio y yo hemos ido encajando un auténtico puzzle”, continuaba Santiago Aguirre, para lo que durante los últimos años han buceado en el archivo municipal, en el del Palacio Real, el de Simancas o en la Biblioteca del Monasterio. “Este libro el resultado de un trabajo de investigación iniciado por Gregorio Sánchez Meco hace veinte años y que ha servido como base a la restauración de los edificios y jardines”, relataba el propietario de La Fresneda, que actualmente se emplea principalmente como finca para la celebración de bodas y otros eventos.
La cara menos conocida de Felipe II
A su vez, la historia de este espacio, una de las joyas menos conocidas del patrimonio escurialense, permite acercarse a la figura de Felipe II, que a menudo tiene poco que ver con la imagen que del Rey Prudente se ha transmitido. “Era un amante de la naturaleza, un gran aficionado a la caza, pero también a los jardines, a las plantas…”, encontrando en La Fresneda un espacio para el esparcimiento y el descanso mientras se construía el Monasterio. “El libro nos permite descubrir otra faceta de Felipe II, que era un hombre sensible y educado”, señalaba Sánchez Meco.
Un monarca culto, inteligente y muy trabajador; uno de los máximos exponentes del Renacimiento, pero también un rey que en ocasiones perdía aquí la noción del tiempo. De igual forma, Sánchez Meco indicó que este espacio da cuenta del carácter “europeo” del monarca, reuniendo a un ingeniero holandés, un jardinero inglés, un ingeniero hidráulico italiano o un encargado de mantenimiento que era alemán. “Era un equipo internacional”, subrayaba Santiago Aguirre, quien, preguntado por su hermana acerca del aspecto que más destacaría del trabajo de restauración desarrollado a lo largo de este tiempo, aseguraba sentirse especialmente “orgulloso de que haya sido una intervención muy respetuosa con lo que era en la época de Felipe II y también más adelante”.
“Me apasiona primero la familia; y luego la historia, la arquitectura y la naturaleza. Aquí están esas cuatro cosas”, enfatizaba Santiago Aguirre sobre su relación con el Parque de la Fresneda, que durante años se conoció más como La Granjilla, algo que Gregorio Sánchez Meco atribuyó a los descansos o “granjillas” de los religiosos jerónimos en la llamada Casa de los Frailes (1565-1569), el espacio que precisamente sirvió como escenario este miércoles al reencuentro de la familia Aguirre con su infancia al tiempo que se presentaba el libro que da cuenta de la historia de este conjunto monumental que para muchos aún sigue siendo un gran desconocido.
El Paraíso en El Escorial
La Granjilla de La Fresneda fue diseñada por Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio, en los terrenos del antiguo poblado de La Fresneda, en El Escorial. Fray José de Sigüenza llegó a describir la finca como un parque que evocaba el Paraíso. Además del palacio principal, cuenta con diversos jardines renacentistas y estanques, trazados con un concepto muy similar al de la Casa de Campo. El conjunto monumental se completa con un convento (la Casa de los Frailes y la Torre de Avendaño) y la iglesia de San Juan Bautista.
Sobre el antiguo caserío de La Fresneda Felipe II mandó construir un conjunto monacal y palaciego, que aprovechó parcialmente algunos de los edificios primitivos. Los monjes desarrollaban allí actividades agrícolas y ganaderas, siguiendo un modelo de explotación de granja-recreo (granjilla), en tanto que el monarca encontró en La Fresneda un espacio ideal para el esparcimiento, el descanso y las actividades cinegéticas. Uno de sus inquilinos más ilustres fue Navarrete el Mudo, pintor predilecto de Felipe II, al que el rey cedió su propia casa durante cinco años.
El lugar estuvo vinculado a la monarquía española hasta 1870, cuando fue segregado en diferentes parcelas (Prado Nuevo, Prado de las Calles y del Río, El Dehesón, Canalejas, Milanillo, Las Radas y Las Radas del Tercio, entre otras), en virtud de la Desamortización de Juan Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz y la exclaustración de los monjes jerónimos del Real Monasterio. Todas las fincas fueron subastadas, incluyendo el núcleo central de La Granjilla, que fue adquirido por el tatarabuelo de Esperanza Aguirre, continuando actualmente en manos de la familia Aguirre Borrell.
Los principales espacios de La Fresneda son la Casa del Rey, la Casa de las Trazas (que pudo servir como gabinete de arquitectura de Juan Bautista de Toledo), la Casa de los Frailes, la Torre de Avendaño, la Iglesia de San Juan Bautista, los jardines renacentistas -incluyendo numerosos elementos ornamentales-, los cuatro estanques reales y el humedal de La Hijuela.
Enrique Peñas