El Galapagar gana la mano del playoff al último CUC Villalba y repite gloria en Alcalá de Henares

Los arlequinados ganaron 0-1 haciendo valer un nuevo gol Marcos Gil en los derbis y se beneficiaron de la derrota de Las Rozas en El Val ante la RSD Alcalá, que provocó el triple empate a 54 puntos que les encaramó a la quinta posición.

El Galapagar volvió a tocar la gloria en Alcalá de Henares, la ciudad de su ascenso a Tercera División y ahora la urbe de su segundo cielo: el playoff de ascenso a Segunda RFEF. Dos objetivos para la historia del fútbol serrano, conseguidos en un tramo de cinco kilómetros, los que van de la Ciudad Deportiva del CD Avance a la del Atlético de Madrid en Espartales, a uno y otro lado de la carretera de Barcelona. Eso dirá ya para siempre la leyenda, justo debajo del slogan de “Un Pueblo, Dos Colores y Una Ilusión”, hilo conductor de una década prodigiosa, en la que el Galapagar va franqueando fronteras sin prisa pero sin pausa. Ganó 0-1 al CUC Villalba, con gol del inevitable Marcos Gil, y aprovechó la ejecución de Las Rozas a pies de Izan en El Val, no muy lejos de allí, para subir al cielo aupado por un triple empate diabólico.

Los goles del Alcalá llegaron al banquillo en los minutos finales, haciendo bueno el 0-1, y el Galapagar se empleó con oficio de perro viejo para cerrar la victoria, aguantando la inferioridad numérica tras la expulsión de Guille Álvarez, echando el candado con Rubén Darío por delante de sus defensa de cuatro, con todos corriendo a las ayudas como si la propia vida dependiese de ello, ante la carga total del Villalba, precipitada por las urgencias de un proyecto de ascenso prácticamente innegociable.    

El filial del Atlético de Madrid no encontró argumentos claros para doblegar a un Galapagar que se sobrepuso a las bajas y al varapalo ante el Cala Pozuelo con un plan de partido perfecto, sustentado en el orden, el buen trabajo defensivo y las adecuadas respuestas a lo que exigía el encuentro en cada momento

Marcos Gil conduce el balón
Marcos Gil conduce el balón / Fotografía: Vidal Fraguas

Marcos Gil, en la leyenda     

Tenía que ser allí, en el corazón del Corredor, en la ciudad más futbolera de la Comunidad de Madrid tras la capital, donde el Galapagar abrazara su sueño, justo cuando el equipo parecía caerse, víctima de las bajas, quizá también del desgaste y la presión. Venía de sufrir un shock ante el Cala Pozuelo, que lo había cosido a goles en una mañana de pesadilla en El Chopo, sin ganar en las tres últimas jornadas, y llegaba con Figueroa entre algodones, sin Pablo Buceta y De la Torre, sin Cortázar… Se dudaba de su fuelle físico para afrontar a todo un filial del Atlético de Madrid en césped natural y en las amplitudes del tapete perfecto del estadio de Espartales, entre los ecos de una grada fría, con menos de 300 espectadores sobre 2.700 plazas, con el termómetro pasional del ambiente en mínimos para un partido de semejantes características. Pero en ésas, volvió el Galapagar sólido, de ideas claras. El Galapagar tozudo, el que insiste en que la historia no se detenga.

Javi Zamorano había dicho tras el varapalo del 3-5 que el fútbol le daba otra oportunidad al Galapagar, que un simple gol daría la fuerza necesaria al equipo para olvidar todos los problemas y afrontar lo que viniese. Y así fue: tras un intercambio de ocasiones no muy claras, de Javi Alonso para el Villalba y de Javi Redondo para el Galapagar, Marcos Gil descerrajó el partido con su sello. Fue en un balón colgado desde la izquierda por Álvaro Bóveda, que bajó llovido para la porfía de Gonzaga con los centrales. El canterano ganó el salto por arrestos y fe, y el balón quedó muerto para la llegada del 7, que empaló a bote pronto hacia el ángulo imposible para Luismi Morales.

El tanto número 111 de un futbolista legendario, del que sólo unos pocos recuerdan su puñado de goles para el CUC Villalba, hace más de una década, en años de bendita normalidad. Una semana atrás, antes de la debacle ante el Cala en el día de su hipotética despedida de El Chopo, el jugador sumaba 108 tantos y le preguntaron con cuántos le gustaría terminar su carrera. Y dijo que con 111. Acto seguido, metió dos y se le fue por un palmo el hat-trick ante el Cala Pozuelo, el del 4-5 que quizá, y ya no lo sabremos, habría abierto la puerta a rebajar las urgencias en la jornada final. Puede ser que estuviera escrito que el gol número 111 tenía que ser ante el Villalba, su especialidad, al que ha venido acribillando en los últimos años, decidiendo cuatro derbis.  

El Galapagar se enfrentará al Rayo Vallecano B en la semifinal territorial, con el primer partido el próximo domingo en El Chopo

Colomé remata de cabeza en las postrimerías del partido
Colomé remata de cabeza en las postrimerías del partido / Fotografía: Vidal Fraguas

 El gol de Marcos Gil fue consecuencia de la crecida del Galapagar en el partido, tras un arranque con más balón y dominio territorial del CUC Villalba, tal y como se esperaba. Nano Rivas, un entrenador que ha tenido un mérito extraordinario armando un equipo sub-20 muy reconocible, partiendo de un casting de 43 jugadores a seleccionar bajo el sol estival de Los Ángeles de San Rafael, fue a buscar el objetivo sin complejos: con Darío Frey, Koke San José y Caste para dominar el medio y los tres cuartos, con David Muñoz, Javi Alonso y Messoussi para desbordar, y con Adrián Corral echado a la izquierda para invadir el carril desde atrás, tal y como hizo en El Chopo, donde fue de lo mejor, todo, bajo la más que probable orden de meter un ritmo de balón que sacara de rueda al rival, guardándose la bala de Adnane para más adelante.

Ante eso, el Galapagar compareció cauto, más atrás de lo habitual, sin aparente prisa por ir a buscar el botín que le era imprescindible. Sin Buceta, lesionado en ambas manos, todavía sin De la Torre y con Figueroa en el banquillo para no forzar su tobillo, Javi Zamorano encontró la solidez deseada en un once inicial que funcionó como un reloj de precisión suiza, bien cosido atrás con Guille y Bóveda en los laterales, más Pliego y Javi Gordo en el eje; cuatro elementos cuyo sentido táctico y presteza en los duelos dieron una respuesta magnífica de última línea a las embestidas del Villalba, cada vez que superaba la pantalla del medio campo, mayormente con la calidad técnica en las conducciones. Allí, Manu Serrano y Jorge Sánchez, con la ayuda de la movilidad de Javi Redondo y Marcos Gil, fueron encontrando el balón de forma progresiva y, a partir de él, el Galapagar fue ganando metros hasta transmitir una sensación de seguridad propia de los equipos hechos, que no quedó resentida ni cuando el partido entró en fases de toma y daca que obligaban a esfuerzos extra en los repliegues. El Galapagar fue un acordeón, con todos dispuestos en las ayudas, y el CUC Villalba alcanzó el descanso sin haber encontrado un argumento sólido para inquietarlo.

Colomé remata de cabeza en las postrimerías del partido
Colomé remata de cabeza en las postrimerías del partido / Fotografía: Vidal Fraguas

El Villalba carga sin éxito

El Galapagar alcanzó el descanso con el 0-1 bien guardado, pero con Manu Serrano renqueante, tras dañarse en un contrabalón. El medio centro se quedó unos minutos sobre el césped ejercitando la pierna en solitario, y pudo salir en la segunda parte, pero apenas duró unos minutos. Javi Zamorano echó mano de Miguel para mantener una amenaza latente al contragolpe, y el Galapagar se aprestó a mantener el tesoro del 0-1 a base de devolver los golpes que pudiera. Nada más empezar, el Villalba tuvo una buena ocasión gestada por Caste y finalizada con un disparo de gol de Roni repelido por la espalda de un defensa. No obstante, la sensación seguía siendo de solidez galapagueña, máxime cuando Marcos Gil rebañó un balón colgado al área, trenzó con Gonzaga y éste con More, cuyo remate, mortal de necesidad para el 0-2, pegó en un defensa.

Nano Rivas no esperó más y metió doble motor en la banda derecha, dando entrada a Adnane para ver si el extremo lograba desbordar al fin a Bóveda, cuyo partido, mientras se lo permitió su tarjeta amarilla, fue inconmensurable. Con ese cambio, más la entrada simultánea de Óscar por Aimar, el partido entró en el escenario más delicado para el Galapagar, ahora sí más aculado, ante el empuje posicional de un Villalba lanzado casi a tumba abierta ante la necesidad de hacer dos goles, con los resultados que se estaban dando. En plena carga, Darío Frey estrelló otro remate peligrosísimo en la defensa, y Adnane empezó a percutir por su banda con su repertorio de bicicletas, bien contenido por el sistema de ayudas arlequinado, ya con Carlos Daniel tapando por ahí. La consecuencia fue que el rápido extremo fue conducido recurrentemente a desbordar hacia dentro, y por allí perdió mucho diente.

El Galapagar no permitió la entrada de juego combinado en el área, cuyo interior fue bien defendida, así como la zona de rechaces, e incluso tuvo la sentencia cuando Marcos Reguilón, sustituto de un fatigado Gonzaga Suárez, se revolvió en el área y chutó fuera lo que parecía el 0-2. Aún con vida y con cuarto de hora por delante, el CUC Villalba siguió achuchando, con más corazón que cabeza, y con un punto de precipitación que jugó a favor de obra del Galapagar, pero pese a todo pudo empatar, cuando Corral puso un magnífico balón a la espalda de la zaga que Jan Colomé, con todo a favor, mandó camino de Meco, solo ante Pascu. Fue la última, pues Javi Zamorano, con pleno de aciertos en el plan y los cambios, echó el candado definitivo cuando metió a Rubén Darío como stopper por delante de la línea de cuatro.

El CUC Villalba se quedó sin vía alguna de entrada y ni la justa expulsión por doble amarilla de Guille Álvarez le dio chance, más allá de la impaciencia del Galapagar por escuchar el silbato de Alicia Espinosa. Tras nueve largos minutos de añadido, llegó el pitido, que fue música celestial para el Galapagar y toque a difuntos para el CUC Villalba, cuya historia acaba aparentemente aquí, entre el lamento de unos y otros, incluidos no pocos galapagueños.

Del banquillo del Galapagar salieron todos a la carrera, rumbo a la grada lateral del oeste para celebrar con los jugadores de campo, con el centenar largo de seguidores. ‘Un Pueblo, dos Colores, una Ilusión’. 540 socios, cientos y cientos de seguidores y casi mil futbolistas felices, una gesta para los anales del club de El Chopo, que ahora se dispone a recibir el domingo al Rayo Vallecano B, en el primer asalto de las semifinales territoriales por el ascenso a Segunda RFEF, ya con la Puerta Grande asegurada.

David Muñoz centra ante la oposición de Pliego
David Muñoz centra ante la oposición de Pliego / Fotografía: Vidal Fraguas

En el otro lado quedó una historia de casi 100 años de vigencia, un club, si no abocado a una absorción en clave rojiblanca, al menos obligado a reinventarse, víctima de una intolerable desidia institucional e intereses personales de todo tipo, últimamente con el fútbol en un segundo plano, pese a ser el depositario del juego en una ciudad de 75.000 habitantes y unas 1.300 licencias. Un cataclismo tanto deportivo como de ciudad, que deja los derbis a expensas de algo tan poco probable como que el Galapagar pudiera sacar un equipo C en Segunda de Aficionados.

Al menos, una decena larga de seguidores de la peña Grada 12 decidieron hacerse 158 kilómetros para enarbolar por última vez la bandera verde y amarilla con el escudo del Ave María, rebeldes ante el cruel destino de la Unión hasta su último segundo en un campo de juego. Si nadie lo remedia y si nadie se preocupa del fútbol en sí mismo, como hizo la Peña La Casina no hace tanto tiempo para lanzar al Galapagar a los cielos del fútbol serrano. Como equipo y como fábrica inagotable de futbolistas y sueños.   

El CUC Villalba, salvo un giro radical de última hora, despide 53 años de historia pendiente de una probable fusión por absorción del Atlético de Madrid, y deja la puerta abierta a una reinvención a fondo del fútbol en Collado Villalba, cuyas 1.300 licencias federativas se quedan provisionalmente sin un referente en la categoría absoluta.                                  

CUC VILLALBA; Luismi Morales; Roni (Jan Colomé, 77’), Raúl Girona, Aimar (Óscar, 65’), Adrián Corral; Darío Frey (Abraham Nóbrega, 77’), Koke San José (Adnane, 65’), Caste; David Muñoz, Javi Alonso y Diego Messoussi.

CD GALAPAGAR; Pascu; Guille Álvarez (A-A, R, 88’), Sergio Pliego, Javi Gordo, Álvaro Bóveda (Carlos Daniel, 69’); Javi Redondo, Jorge Sánchez (Rubén Darío, 80’), Manu Serrano (Miguel, 58’), More (Rafa Vega, 80’); Marcos Gil y Gonzaga Suárez (Marcos Reguilón, 69’).   

ÁRBITRO: Alicia Espinosa Ríos. Irregular actuación en el criterio de las faltas.   

GOLES: 0-1, minuto 37. Centro desde la izquierda de Bóveda, Gonzaga gana el balón aéreo a los centrales y prolonga para la llegada de Marcos Gil, que bate a Luismi Morales de disparo cruzado al palo largo.

INCIDENCIAS: Cerca de 300 espectadores en el estadio del Complejo Deportivo del Atlético de Madrid en Alcalá de Henares, en mañana algo fresca, con unos 14 grados de temperatura, y césped natural en perfecto estado. Cerca de 200 seguidores del Galapagar se desplazaron a animar en coches particulares.

Jaime Fresno

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