Desaparece un usuario de la residencia Sierra Kanaima, en Moralzarzal, mientras las trabajadoras denuncian que los otros 22 ancianos que quedan están sin medicar

Desde la tarde de ayer, domingo, nadie sabe dónde está Ramón, un usuario de la residencia privada Sierra Kanaima, en Moralzarzal, cuyo cierre se producirá a finales de este mes por orden de la Comunidad de Madrid. Mientras llega esta fecha, una veintena de ancianos continúa en el centro atendidos por tan solo ocho trabajadoras que tienen que cubrir tres turnos los siete días de la semana y con apenas pañales, medicinas y alimentos. «Ayer se nos acabaron las medicinas y no nos han traído más. No tenemos casi de nada y los psicóticos están sin medicar».
Al parecer, Ramón, de 68 años de edad, aprovechó la salida de unos familiares de visita en la residencia para «escapar», relata una de las trabajadoras, que tuvo que comunicar lo sucedido a la Guardia Civil porque «la dueña -Isabel Violeta O.B., inhabilitada en 2010 en la Comunidad de Madrid tras el cierre por infracciones graves de una residencia de mayores que dirigía en Aravaca, de manera que como administradora única de la empresa figura su madre, E.V.B.M., de 80 años- ayer estaba borracha y esta mañana seguía igual. Ella no ha puesto ni la denuncia, así que hemos tenido que pedir nosotras a la Guardia Civil que lo busque. Una vez más, nosotras al frente de todo».
Ramón, que vestía con pantalón marrón de pana y cazadora, mide 1,52, tiene el pelo canoso y su complexión es normal. «Es una persona muy abierta y cognitivamente está bien, pero su estado de salud es delicado», describe esta trabajadora, que prefiere mantener el anonimato. «Se ha llevado su documentación, pero no su ropa ni las medicinas».
Según relata esta trabajadora, «tampoco tiene teléfono móvil» y por el momento «no se ha puesto en contacto con nadie» -no tiene hijos y apenas tiene contacto con su hermana-. «Estamos muy preocupadas porque hace mucho frío y no sabemos dónde habrá dormido», concluía.
