Rafita, don José María y el ‘secuestro’ de dos millones de pesetas
El CF Collado Villalba organizó un emotivo homenaje a los fundadores del CUC Villalba, con el presidente del histórico ascenso de El Álamo a la cabeza
El CF Collado Villalba organizó el pasado sábado 31 mayo en los campos municipales el mayor reconocimiento realizado hasta ahora a los pioneros del fútbol en la localidad, aprovechando la primera jornada de su gran competición de fútbol base, la Villalba Cup, y la puesta de largo del Torneo San Antonio de Padua, con doble cartel de fútbol femenino y de veteranos. Allí estuvieron José María Díaz Léndez y Reyes del Amo, los supervivientes de una generación caracterizada por su entrega altruista al fútbol de Collado Villalba, que pudo ser reconocida a título póstumo gracias a la presencia de los familiares de personajes clave como Santiago Granado, Rafael Carrera, Julio García, Luciano Palacios, Antonio Sousa ‘Portu’, o Ángel López… Personas que anduvieron detrás de la creación de la Unión Deportiva Collado Villalba en 1972 -empezó a competir en 1973-, como fruto de la fusión del Viñas, el Torpedo y el Independiente, o de la inscripción en el Torneo As del Atlético Villalba; gente que, a diferencia de lo que hoy ocurre, entregó su tiempo, su talento constructivo y hasta su dinero para que el fútbol de la localidad se acercase a lo que cabe esperar en un pueblo referencial para toda una comarca, por población, tejido comercial y comunicaciones. Personas intachables que lo dieron todo, hasta donde les dejó su energía y talento.
Homenaje en vida
“Queríamos hacer un homenaje en vida, porque desgraciadamente en los últimos años hemos perdido a muchas personas que lo han dado todo por el fútbol de Collado Villalba y no ha podido ser, así que, qué mejor que hacer un reconocimiento a José María, en representación de todos ellos, ahora que le podemos tener con nosotros”, explicaba días antes Rafael Martín Morais ‘Rafita’, ideólogo del acto y quizá el jugador más icónico en la época de vigencia de los homenajeados, villalbino criado en ‘Los Pinos’, futbolista iniciado en el ‘Campo de la Vía’, la pradera perimetrada por las vías de Ávila y Segovia sobre la que después se asentó el Polígono P-29, cuya hierba los chavales aplanaban cada primavera a base de jugar, utilizando piedras como postes de las porterías. Los tiempos en que para subir a jugar al viejo Municipal, a probar un campo de fútbol de verdad, en época de tierra y balón Mikasa, había que ser muy bueno.

Rafita, recordado por sus tres goles a El Álamo en la histórica eliminatoria de ascenso a Tercera de 1996, también por su media docena de tantos al Moratalaz, récord entonces en la Preferente madrileña, lleva ya 13 años compartiendo la dirección del CF Collado Villalba con Antonio Tudela, el presidente. Y ambos lo saben todo de sus homenajeados. Sin ir más lejos, los dos llevaban la Escuela Municipal de fútbol con un grupo de monitores, cuando el CUC Villalba decidió echar mano de sus fondos para hacer frente a los ‘agujeros’ del primer equipo. Se quedaron sin cobrar durante meses, hasta que confirmaron su sospecha de que la Escuela no interesaba al club y decidieron crear otro para auspiciarla, tal y como obligaba la normativa. ¿Y quiénes resolvieron aquella situación, en silencio y entre bambalinas? Sí: José María Díaz Léndez y Santiago Granado. ¿Y cómo? Pues a base de detraer pequeñas cantidades mes a mes de las rifas que cada semana se trabajaban para el club; sin prisa, pero sin pausa, a paso de hormiga, pero a paso seguro.
Los clásicos apagaron aquel fuego sin ser directivos, sólo colaboradores, y a la manera artesanal que habían empleado para sofocar otros muchos, ya en los años de los presupuestos descompensados, no cómo en su época de vigencia, en la que el estadillo que se entregaba a los socios en las asambleas incluía hasta el bote de pomada en el apartado de Farmacia, gastos recogidos al céntimo con la letra pulcra de Rafael Carrera en el libro de actas, una herramienta que, por cierto, ya no se ha vuelto a ver en las reuniones. Lo expuesto es sólo un ejemplo, dado que los servicios de los homenajeados son inabarcables en su medio siglo largo en el fútbol villalbino, incluidos los desplantes sufridos por parte de varias directivas, celosas de su conexión con la gente del pueblo y las instituciones, y casi siempre suspicaces ante su ascendencia sobre la masa social, la que ellos mismos hacían crecer con el método del ‘puerta a puerta’.

En el caso de José María Díaz Léndez, el presidente del ascenso de El Álamo, el único momento en la historia en que el CUC Villalba conectó con la calle, colapsando el centro en las celebraciones, e involucrando a las asociaciones -la charanga de la Peña Campera llegó a actuar en los prolegómenos del partido de ida, ante casi 3.000 espectadores-, el ‘vía crucis’ se puede decir que dio comienzo el mismo día de su gran éxito, cuando viajó a El Álamo con la decisión madurada de dimitir y echarse a un lado, sin importar ni el ambiente festivo ni el triunfo del equipo del pueblo, largamente perseguido.
Su suerte ya estaba escrita antes de que Rafita marcase su histórico gol en un Facundo Rivas con más de 300 villalbinos, viendo cómo José Juan Fernández, el concejal de Deportes de la época, había pretendido dinamitar aquel proyecto de ascenso negándole los dos millones de pesetas prometidos por el alcalde, José Luis Peñalvo, claves para afrontar los pagos en los últimos meses de competición. El CUC Villalba ascendió por la conjura de sus futbolistas, que no recibieron un duro prácticamente desde Navidades hasta el final y tiraron para adelante con lo puesto, y José María llegó a la conclusión definitiva de que el dinero ‘secuestrado’ iba destinado al proyecto de una candidatura alternativa pergeñada desde el mismo Consistorio, aprovechando el período electoral de sus cuatro años cumplidos de mandato. Concluyó que el Ayuntamiento, que por entonces evitaba decir aquello de “yo no intervengo en clubes privados”, quería cobrarse su cabeza, a base de estrangularlo con la subvención secuestrada.
El episodio alcanzó tintes de película de Berlanga, cuando el concejal y el candidato alternativo, Anastasio Entero, hicieron acto de presencia en la celebración de un conocido restaurante villalbino y los jugadores al unísono les cantaron “un millón y medio millón”, aprovechando la canción de moda de aquel verano de “Un limón y medio limón”. La escena, de ruptura total, anticipó que aquel recordado equipo ya no disfrutaría de su logro en Tercera División, y así fue: todo se descompuso, incluyendo la defenestración del entrenador del ascenso, Antonio Martín, por culpa del ‘pecado capital’ de ser un hombre del presidente.

Ayuda desde la sombra
Rafita, el héroe en aquellos días, tomó nota tras ver todo aquello; y vio a José María echarse a un lado para iniciar otra etapa, la de ayudar al fútbol desde la sombra. Junto a su inseparable Santiago Granado ha estado casi tres décadas colaborando con el club que ayudó a fundar, con rifas, venta de lotería, captación de socios, confección y pegada de carteles, captación de publicidad, relaciones con los medios de comunicación… Sólo en los últimos años, ambos fueron reconocidos como socios de Honor, echando de menos a sus compañeros de fatigas fallecidos, miembros de una generación irrepetible, cuyo legado anda estos días en serio riesgo de desaparición, por la más que probable marcha del municipio del CUC Villalba y, quien sabe si su liquidación definitiva. Un golpe durísimo que ha supuesto gran pérdida de energía vital en los que quedan, y que el CF Collado Villalba ha querido mitigar.
El homenaje del sábado 31 de mayo se dio en los prolegómenos del partido entre los veteranos de Collado Villalba y de Las Rozas, con un pasillo de los dos equipos a José María Díaz Léndez y a Reyes del Amo, que cerraron la comitiva formada por los familiares de los compañeros que ya no están, y culminado con la entrega de una placa y de dos camisetas firmadas por los jugadores a los dos protagonistas. Allí estaban, entre otros, el entrenador del ascenso de El Álamo, Antonio Martín, el portero de aquel equipo, Pedro Pablo García, personalidades como Paco Castillo o Rafael Serrano ‘Maleta’, y los jugadores y técnicos que se vistieron de corto, como Paco Revesado, Juanín, los hermanos Cidoncha, Toñín, Iñaki, Manu González Millán, Tito o César Lara. Este último, el encargado de recoger el trofeo que acreditó a Las Rozas como campeón, abrazó a José María para devolverle la felicitación: “No, no, yo le doy la enhorabuena a usted, porque estamos encantados de estar aquí, para agradecerle todo lo que ha hecho, lo que me gustaría es que hubiese muchos como usted. Espero que pueda vernos muchas más veces”.
Jaime Fresno