«Apuntes para la izquierda transactivista».- Columna de opinión de Félix Alonso (Colectivo Rousseau)

Al ponerme a escribir la colaboración de este mes para el periódico, tenía en mente dos temas a desarrollar. Por un lado, mis vivencias en el Hotel Palace aquel 28 de octubre de hace 40 años, haciendo alguna referencia al libro de Sergio del Molino, “Un tal González”; y por otro, cómo Girona ha convertido recientemente un antiguo cine en un centro de creación audiovisual, por dar alguna idea a nuestros políticos locales, que falta les hace.

Pero ha sucedido que al salir de la proyección del cortometraje Son, de Marta Nieto, en la Seminci de Valladolid, que trata el tema laberíntico de la infancia trans, se reprodujo el debate, que ya he tenido ocasión de participar en otros ámbitos, cuando los contertulios se manifiestan votantes de izquierda. Por resumir, me manifesté en los siguientes términos: “Os recomiendo la lectura del libro Nadie nace en un cuerpo equivocado, de José Errasti y Marino Pérez, que constituye un excelente tratamiento sobre el tema. La actual y omnipresente oleada transgenerista queer sólo es posible en el marco de unas sociedades desvertebradas y atomizadas tras décadas de neoliberalismo, donde la lógica del mercado ha impregnado todos los pliegues de la vida, y reina el narcisismo y el individualismo exacerbado. La eclosión de ese movimiento, que impugna radicalmente la razón surge en un contexto líquido y desquiciado».

«El Ministerio de Igualdad se dedica a poner palos en la rueda de la agenda feminista. Irene Montero, a pesar de sus intermitentes declaraciones abolicionistas, no pasará a la historia por haber promovido una legislación seria sobre la prostitución, sino por sus denodados esfuerzos por exaltar la diversidad y por coronar una inquietante dinámica legislativa queer. Podemos quiere marcar perfil frente a la socialdemocracia, un perfil moderno y guay. Para ello ha escogido hacer bandera de una ideología que se ha convertido en el reflejo invertido de los más rancios prejuicios sexistas con los que se identifica la extrema derecha. Para esto, hay que ajustar el comportamiento de niños y niñas a las pautas y roles tradicionales, el género. Para la izquierda transactivista había que acomodar los cuerpos al sexo que supuestamente definirían esos rancios estereotipos, llevados a la categoría de una identidad incuestionable. Así, la disforia de género, expresión de un auténtico malestar de orígenes diversos, deviene la revelación del verdadero ser. Legislar a partir de semejante concepción, propio de una secta, puede abocar a situaciones desastrosas. ¡Menudo estandarte para la izquierda!», terminé de decir.

Empecé, como es de rigor, a oír lo de tránsfobo y savaterista  (por un reciente artículo de Savater), además de lo de reaccionario. Hice una pausa. Y cuando dije que estos argumentos eran los utilizados por Lluis Rabell, candidato de Podemos a la Generalitat, en la revista El Viejo Topo del pasado agosto, la respuesta fue que esos eran los argumentarios de Carmen Calvo. Así nos va.

Félix Alonso, presidente del Colectivo Rousseau 

San Lorenzo de El Escorial

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