Leyendas de la Sierra de Guadarrama: La Maliciosa, la montaña maldita

La Maliciosa es una de las montañas más reconocibles y significativas de la Sierra de Guadarrama, enclavada entre La Pedriza, al este, y el Valle de la Barranca, en su vertiente oeste; también es una de las más misteriosas. Con sus 2.227 metros, presenta un perfil inconfundible, además de esconder una misteriosa leyenda.

La Maligna

Aunque su nombre bien podría valer para hacer referencia a lo escarpado de su terreno y al complicado ascenso hasta la cima (salvo por la vertiente norte, más asequible), el topónimo de La Maliciosa tendría su origen en una leyenda que cuenta que hubo un tiempo en el que una anciana atemorizaba al pequeño pueblo de Cercedilla. De ella se decía que vivía en una casona pintada de negro, donde practicaba la brujería, y que incluso tenía poderes sobrenaturales gracias a un pacto con el Diablo. En sus sinestras andanzas, “La Maligna”, como era conocida, ascendía la amenazante montaña de forma sorprendentemente rápida. En su cumbre habría un auténtico jardín y una gran huerta, cuyos frutos sólo disfrutaba esta mujer, mientras que para el resto de habitantes permanecía innacesible.

La Maliciosa

El incendio que arrasó con todo

Un día, un grupo de vecinos se armó de valor y decidió seguirla en secreto, hasta que la bruja se dio cuenta y montó en cólera. Su furia desatada provocó un incendio que arrasó con numerosas casas y pastos de Cercedilla, y también con el vergel de la montaña, quedando como la conocemos hoy, principalmente a partir de los 2.000 metros: una mole de granito completamente despojada de vegetación. Como recuerdo a aquellos hechos, la población comenzó a referirse a la montaña como el hogar de “La Maliciosa”: que contiene malicia. Un supuesto origen maldito que la hermana con “La Madaleta”, una de las cumbres más representativas de los Pirineos.

La maldecida

Sea como fuere, su aspecto amenazante sobresale en el perfil de la Meseta Central, tal como reflejaba el Libro de Montería del rey Alfonso XI de Castilla, en donde se hacía referencia a La Maliciosa como “la maldecida”, ya que “áspera y negra se transforma en ocasiones en la perversa” y “su roca siempre desolada y desnuda recibe todos los ataques enfurecidos del viento, hielos, aguas y sol”.

Pintada por Velázquez en 1635 al fondo del retrato del príncipe Baltasar Carlos, La Maliciosa es conocida también como La Monja, al recordar, sobre todo cuando está nevada, a uno de los antiguos tocados de algunas órdenes monacales.

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