Amigos de la Tierra alerta de la «fiebre de las setas» en la Sierra de Guadarrama
«De lo que no cuesta, llenemos la cesta». Este dicho popular, señala la asociación Amigos de la Tierra, resume la situación que se vive en las últimas semanas con la «invasión de la Sierra de Guadarrama por parte de los seteros de la capital».
La asociación ecologista teme que, de no poner coto a la recogida de estos frutos del bosque, se provocará tal desequilibrio ecológico en nuestros ecosistemas de praderas, valles fluviales y sobre todo en robledales, encinares y pinares, que se tardarán años en volver a restablecerlo. «Es tal la avalancha depredadora humana y la presión de una megalópolis como es Madrid sobre un espacio natural tan pequeño, que urge tomar medidas para gestionarlo adecuadamente», afirman.
Amigos de la Tierra apoya la iniciativa de varios municipios (Cercedilla, Manzanares el Real, Soto del Real, Miraflores de la Sierra y Bustarviejo) de crear un coto de setas regulado en la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama, tal como existe en otras provincias y comunidades autónomas. «No obstante, instamos al Gobierno de la Comunidad de Madrid a hacerse responsable de que en el territorio que le compete haga los deberes necesarios para controlar la situación antes de que llegue a ser demasiado tarde», señalan.
«No cabe un alfiler»
“Es alarmante comprobar” dice Javier Gómez, representante de este colectivo conservacionista, “que en los fines de semana se produzca una marea ininterrumpida de coches hacia los Puertos de la Paradilla, Guadarrama, Navacerrada, Cotos, Morcuera, Canencia, Somosierra y el Valle de la Fuenfría. Casi con el amanecer, sobre todo en días festivos, no cabe un alfiler; arcenes, senderos y accesos a fincas se atestan de vehículos”.
«Abogamos por la concienciación ambiental, divulgación del conocimiento y el derecho libre de disfrutar de la naturaleza, pero dentro de un orden y que exista una legislación que proteja a los espacios y a sus moradores. Los beneficios ecosistémicos que nos aporta la naturaleza son inestimables y difíciles de reemplazar. Debemos cuidar de ella», concluyen desde esta asociación.