Myriam Bernal: acuarelas para viajar
Un viaje a Islandia hace cuatro años hizo que Myriam Bernal acabara cambiando los retratos de animales domésticos, a los que hasta entonces había dedicado buena parte de su producción artística, por los cuadernos de viajes, una disciplina que ha sido cultivada por pintores como Eugène Delacroix, Paul Gauguin o Vincent Van Gogh, aunque en España aún es muy minoritaria. Todo lo contrario que en Francia, donde esta artista de San Lorenzo de El Escorial estuvo a mediados de noviembre para participar en el “Rendez-Vous du Carnet de Voyage” de Clermont-Ferrand, la feria más importante de Europa dedicada a los cuadernos de viaje, donde presentó un trabajo sobre la ciudad cubana de Trinidad y otro -aún en construcción- centrado en la Sierra de Guadarrama.
Un viaje a Islandia hace cuatro años hizo que Myriam Bernal acabara cambiando los retratos de animales domésticos, a los que hasta entonces había dedicado buena parte de su producción artística, por los cuadernos de viajes, una disciplina que ha sido cultivada por pintores como Eugène Delacroix, Paul Gauguin o Vincent Van Gogh, aunque en España aún es muy minoritaria. Todo lo contrario que en Francia, donde esta artista de San Lorenzo de El Escorial estuvo a mediados de noviembre para participar en el “Rendez-Vous du Carnet de Voyage” de Clermont-Ferrand, la feria más importante de Europa dedicada a los cuadernos de viaje, donde presentó un trabajo sobre la ciudad cubana de Trinidad y otro -aún en construcción- centrado en la Sierra de Guadarrama.
¿Cómo ha sido tu experiencia en esta cita de Clermont Ferrand?
La experiencia es muy positiva, primero porque conoces gente extraordinaria. Muchos son artistas, pero también hay escritores, fotógrafos… todos tienen en común el interés por otras culturas y otros países. Nos dedicamos a mostrar lo que hemos visto a través de estas ilustraciones. Los franceses están muy interesados por estos temas, son muy viajeros. Es increíble, hasta los niños tienen unas inquietudes tremendas relacionadas con otras culturas.
No se trata únicamente de pintar, sino de contar una historia…
Eso es, aunque luego hay muchos tipos de cuadernos de viaje. Hay algunos de personas que han estado en conflictos bélicos, otros sobre botánica y naturaleza, algunos que son más etnográficos, o gente que hace más bien una novela gráfica, tipo cómic.
¿Y cómo decides orientar tu trabajo a este campo?
Empecé dedicándome al retrato de animales de compañía y después me metí en el mundo de la pintura de naturaleza, donde por suerte pude conocer a los mejores ilustradores en este país relacionados con ese tema, como Juan Varela o José Antonio Sencianes. De ahí, además de mi amor por la naturaleza y las aves, viene un poco el tema de salir y pintar fuera, no quedarme en el estudio. Y de repente, a través de Joaquín González Dorao, un artista muy conocido en España dentro del mundillo de los cuadernos de viaje, que también ha estado este año en el certamen, me entero de que existen ferias en el mundo en las que la gente se dedica a mostrar este tipo de cosas. Yo empiezo a pintar los míos y cuando viajo a Islandia y quedo fascinada por este país, llevo mis acuarelas y mi papel. Es duro pintar al aire libre, sobre todo por el mal tiempo. Y también por las limitaciones con la técnica, porque yo venía del pastel y el dibujo, y enfrentarte a la acuarela es duro.
¿Siempre trabajas con acuarelas?
Sí, es el método más sencillo, más rápido y también más cómodo, porque si tienes que salir fuera con un caballete lleno de pinturas, es muy complejo. Así que en mis viajes llevo siempre mi cajita de acuarelas, lápices de colores, rotuladores de tinta y mis papeles.
¿Cuáles son los viajes que más te han marcado?
La experiencia de Islandia me marcó mucho, además pintando en unas condiciones un poco adversas, porque el tiempo cambiaba cada cinco minutos. A partir de ahí, ya había visitado Cuba varias veces, y en mis siguientes viajes fui con mis cuadernos para pintar. Uno de ellos es sobre Santiago de Cuba, con el que gané un premio en Madrid.
Cuando hablamos de los recuerdos de un viaje habitualmente pensamos en fotografía. ¿Cuál es el valor añadido de un trabajo de estas características?
Una fotografía capta un instante, mientras que un dibujo es un tiempo más prolongado. Puedo estar una hora o dos y se reflejan sensaciones que no pueden captarse con una cámara. Luego puedes escribir un pequeño texto. Está la luz, pero también los olores, los sonidos, el movimiento de la gente, el ambiente en el que te encuentras…
¿Qué has presentado esta ocasión en la feria de Clermont Ferrand?
Este año volví a viajar a Cuba, pero me centré en Trinidad, que es una ciudad con mucha herencia española, con una arquitectura muy interesante. Y luego presenté un cuaderno sobre el la Sierra de Guadarrama y el Parque Nacional a lo largo de las cuatro estaciones. De hecho, empecé el cuaderno desde la terraza de mi casa. Quería mostrar también que a veces no es necesario irse muy lejos para conseguir algo interesante.
Entre las calles de La Habana y la luz de las cuatro estaciones en el Parque Nacional
Myriam Bernal fue una de las aproximadamente 90 seleccionadas entre las más de 700 solicitudes recibidas para participar en esta prestigiosa feria que se celebró los días 16 y 17 de noviembre en Francia, donde coincidió una vez más con Joaquín González Dorao, ilustrador que ha publicado cuadernos de viaje sobre distintas ciudades españolas y países como Marruecos, Brasil, Italia, Etiopía, Turquía, China o Australia, con una actividad casi única en nuestro país. “En Francia sin embargo es bastante habitual, hay decenas y decenas de publicaciones, incluso de los lugares más recónditos, además de que muchas editoriales se dedican a esto. Aquí en cambio es muy difícil”, explicaba Myriam Bernal.
En sus cuadernos de viaje hay recuerdos de las calles de La Habana, de Santiago de Cuba, de Trinidad… “Muchas veces reflejan los contrastes que hay en la isla. Por ejemplo, está el bloqueo de Estados Unidos, y a la vez los adolescentes llevan sus zapatillas Nike o Adidas, y todos quieren ser como los norteamericanos”, explicaba, a la vez que iba pasando las páginas -de papel ecológico escogido con mimo- en las que lugares como el Cuartel Moncada comparten espacio con la cartilla de racionamiento, la influencia de la Revolución, la música, la independencia o la herencia española.
Más cercano aparece su cuaderno sobre la Sierra de Guadarrama, que comienza con una vista del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial desde la terraza de su casa. “Quería mostrar las cuatro estaciones, aprovechando que este año hemos tenido una primavera extraordinaria y también un otoño de verdad. Ayer mismo me fui a pintar al Castañar, en La Herrería. Es increíble la suerte que tenemos de poder disfrutar de algo así aquí al lado”. Su recorrido va más allá de las cumbres, aunque también aparezcan Peñalara, Siete Picos, el Puerto de Navacerrada y la icónica imagen de la Bola del Mundo, reflejando también calles y escenas de nuestros pueblos, desde Rascafría y el Monasterio del Paular al castillo de Manzanares el Real, pasando por La Maliciosa, La Pedriza o un excepcional campo de lavanda a la altura de Galapagar. Un cuaderno que terminará en las próximas semanas, con la llegada del invierno, mientras ya piensa en su próximo proyecto, a caballo entre España y Francia: un viaje por la historia, con templarios y cátaros como protagonistas.
Enrique Peñas