La Escuela Municipal de Tapices de Alto Lizo de San Lorenzo de El Escorial: pintar con hilos
Hay una cierta sensación de tiempo detenido al traspasar la entrada de la Escuela Municipal de Tapices de Alto Lizo de San Lorenzo de El Escorial, situada en el Centro de Actividades Sociales y Mujer. Un oficio de otra época que, desde hace casi 40 años, cobra vida para reivindicar la paciencia y la pasión por el detalle.
Se trata de uno de los pocos centros en España dedicados a la formación en tejido de alto lizo, y fue reconocido por la Cámara de Comercio e Industria de Madrid con la Mención de Honor al Artesano Madrileño Tradicional en 1994. En la actualidad, cuenta con 20 telares fijos y seis portátiles, y su alumnado recibe seis horas semanales de clase de octubre a junio, de la mano de Herminia Valiente, que primero fue alumna, casi desde el nacimiento de la escuela en 1986, para convertirse en profesora hace 10 años. “Cuando empecé, a los dos o tres meses ya pedí un telar para mi cumpleaños. Me enamoré de esto. Es mi pasión, disfruto tanto que casi no lo considero un trabajo”, explica Herminia, que se encarga de guiar y acompañar a las 19 alumnas que asisten a clase actualmente (hay lista de espera para entrar en la escuela) y que estos días preparan la exposición anual de sus trabajos en la Casa de Cultura.

Cuando llega una alumna nueva, el proceso siempre es el mismo: “Empieza con un muestrario y aprende todos los ligamentos, que son las distintas texturas para reproducir un trabajo. Luego buscamos un boceto. Antes eran cartones, incluso de grandes pintores como Goya, pero ahora nosotras utilizamos una foto, algo que sacamos de internet… Pero el sistema en realidad no ha cambiado: se hace el boceto, se amplía y se pasa a la urdimbre al tamaño que va a tener el tapiz. El siguiente paso es elegir qué texturas vamos a emplear para obtener los distintos volúmenes”.
Históricamente se utilizaba únicamente el tafetán, como se sigue haciendo en la Real Fábrica de Tapices, pero la Escuela de San Lorenzo ha ampliado su paleta con otros ligamentos para “enriquecer” sus obras y “crear distintas texturas”. “Pero no hacemos tapiz moderno, sino que seguimos dentro del clásico”, matiza esta apasionada de la artesanía.

Monumento a la paciencia
“Mi sensación es que pintamos con los hilos. Con la distancia, si no te acercas, parecen cuadros”, explica antes de mostrarnos parte del material que utilizan: “Empleamos lana, algodón, seda, yute, etc. Con la base, que es la urdimbre, vamos tejiendo la trama; cuantos más hilos por centímetro, más detalle, pero también más dificultad”.
Cada tapiz, continúa, suele llevar dos cursos completos, a razón de seis horas semanales durante nueve meses, dentro de un trabajo que constituye un monumento a la paciencia. No sólo se trata de tejer, sino también de crear colores: “No están todos en el mercado, por lo que muchas veces los tenemos que hacer uniendo dos o tres en la canilla. Eso es tiempo: abrir hilos y juntar dos de uno, tres de otro, y así hasta que logramos el color que buscamos”.
“Es un trabajo artesanal al máximo, muy meticuloso, pero muy gratificante. Siempre que se acaba un tapiz hacemos una fiesta, porque en la historia también se hacía así: se celebraba la obra en sí y se premiaba al autor por sus méritos. El corte del tapiz es un ritual, que terminamos con un pequeño almuerzo, como se ha hecho toda la vida”, relata. Porque la escuela se ha convertido también en un espacio para compartir alegrías y desvelos. Una pequeña comunidad que fluye entre hilos y bocetos: la ermita de Tobera (Burgos), una escena de playa, un búho, una mujer descansando en un campo de flores, un cuadro cubista…

Sus alumnas proceden de San Lorenzo, pero también de Guadarrama, Navacerrada, Madrid o Segovia, dado que es el único centro de sus características en la región. “Traen su cesta, sus tijeras, sus canillas, pero el resto de material lo pone la escuela”, explica Herminia, que recuerda que el primer maestro de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara fue un hombre, Jacobo Vandergoten Peeters, aunque con el tiempo se haya convertido en un oficio casi exclusivamente de mujeres. De hecho, en los casi 40 años de la escuela por sus clases apenas han pasado tres hombres.
En cuanto a la experiencia, señala que no es imprescindible: “Muchas tienen aquí su primer contacto con un telar. Una chica que es muy buena, enfermera, me decía cuando vino que ella cogía los bajos de los pantalones con grapas y que no había cogido una aguja en su vida. Luego ocurre como en todo: gente que tiene mucha destreza y gente que le cuesta más, pero que acaba sacando adelante su trabajo”. Es, en definitiva, una cuestión de tiempo.
Exposiciones en la Casa de Cultura
La artesanía textil vuelve a cobrar protagonismo este fin de semana en San Lorenzo de El Escorial, con las exposiciones de fin de curso de la Escuela Municipal de Tapices de Alto Lizo y del Grupo de Patchwork, que se podrán visitar en la Casa de Cultura los días 14 y 15 de junio.
La inauguración de ambas muestras tendrá lugar el viernes 13 de junio. Primero, a las 19:00 horas, la exposición de la Escuela Municipal de Tapices de Alto Lizo en la Sala Félix Bernardino, donde se mostrarán los trabajos realizados durante el curso, junto a piezas destacadas de años anteriores. Una oportunidad para conocer de cerca esta técnica tradicional española.
A las 19:30 horas, será el turno del Grupo de Patchwork, que inaugurará su exposición en la Sala Interior de la misma casa de Cultura. Siguiendo la tradición anglosajona de los quilts, y la técnica española de las almazuelas, este grupo de costura creativa, dará a conocer sus labores textiles.
Ambas exposiciones permanecerán abiertas durante el sábado 14 y el domingo 15 de junio, en horario de 11:00 a 14:00 horas y de 18:00 a 20:00 horas, en la Casa de Cultura (calle Floridablanca, 3).
Enrique Peñas