“El desarrollo del siglo pasado no tuvo en cuenta cómo afectaba a la percepción del Monasterio”

Diego Díaz Palomo publicará el libro "El Escorial en sus paisajes. Análisis fotográfico e histórico de la transformación del paisaje escurialense y la percepción del Monasterio" tras una campaña de micromecenazgo.

Diego Díaz Palomo cuenta que no quería hacer el trabajo más importante de su etapa universitaria sobre San Lorenzo de El Escorial. No por falta de aprecio a su lugar de nacimiento, porque adora a su pueblo, a su gente y a su cultura, pero consideraba que se había escrito todo sobre el Monasterio y que él no podría aportar nada nuevo. En cambio, su director del Trabajo de Fin de Grado (TFG), Javier Gutiérrez Mosteiro, sí veía el camino que Diego podía recorrer. Y lo hizo.

El Escorial en sus paisajes. Análisis fotográfico e histórico de la transformación del paisaje escurialense y la percepción del Monasterio es un estudio sobre los cambios que ha sufrido el entorno de la localidad serrana con el paso de los años y cómo afecta a la percepción del monumento que mandó construir Felipe II. “Todo ello lo interpreto en base a un registro fotográfico histórico conforme a los caminos de acceso al Monasterio”, explica Díaz Palomo, que también es secretario general del PSOE de San Lorenzo y candidato de cara a las elecciones municipales.

“Muy contento con la aceptación”

Para ello, puso en marcha una campaña de micromecenazgo a través de Libros.com, superando ya el objetivo de los 5.000 euros fijados para su edición, con un total de 136 mecenas. “Estoy muy contento con la aceptación, porque no esperaba que fuese tan rápido”, señalaba. Ahora, añadía, “empieza un proceso de maquetación y edición con la editorial, para la adaptación de ese trabajo académico a lo que es un libro divulgativo. Tengo tres meses para definirlo, aunque espero que esté antes, así que podría estar imprimiéndose y enviándose a la gente a finales de mayo o junio”.

En cuanto al origen de este proyecto, este joven arquitecto gurriato explica que “quería hacer el Trabajo de Fin de Grado sobre un tema relacionado con el patrimonio, porque es una de las áreas que siempre me han gustado más. Luego se me ocurrió esta posibilidad, a través de mi amigo Carlos Eloy, y también de gente como Luis Companys, que tenía un archivo fotográfico enorme de postales, muchas de la colección de Hauser y Menet. A partir de ahí el director del TFG me propuso hacer un trabajo comparativo de cómo se ha transformado el paisaje, partiendo de un material como es la fotografía que permitía hacer un análisis exacto”.

En cuanto a su percepción acerca de la evolución del paisaje escurialense, afirma que “se ha degradado durante prácticamente todo el siglo pasado; en torno a los años 60 y 70 se hacen auténticas aberraciones. Hay algunas que se pueden ver desde la Lonja; justo lo que está detrás es El Plantel, que es verdad que es una zona muy cuidada, y luego el barrio de Abantos, que al final está muy bien integrado, pero luego de repente aparece el típico bloque de esa época que además es imposible quitártelo de la vista del Monasterio. Y lo que ha pasado también es que se ha desvirtuado esa idea originaria de un Monasterio exento en la Naturaleza, aunque en realidad eso ya empezó con Carlos III y Juan de Villanueva cuando deciden construir San Lorenzo como tal”.

En este sentido, relata que el nacimiento del pueblo a finales del siglo XVIII provocó el rechazo inicial de los monjes y “unos litigios enormes entre el prior del Monasterio y el propio Rey”. “Hay unas luchas enormes y al final evidentemente ganó el Rey, que impuso su idea. Entonces hubo un planeamiento que estaba medianamente bien, porque Juan de Villanueva plantea una ciudad tipo borbónica, que no se pudo hacer entre otras cosas por el relieve, porque San Lorenzo tiene el relieve que tiene y no es París, por ejemplo”.

El crecimiento urbanístico

“Hay vistas que ahora mismo son imposibles, fotografías que ya no se pueden hacer, y eso es por el desarrollo urbanístico del siglo pasado. Incluso los últimos años, con la construcción en la ladera de Abantos, hay un crecimiento que no ha tenido en cuenta nunca cómo afectaba a la percepción del Monasterio. La conclusión es que el monumento no tiene ningún sentido sin lo que le rodea. Está pensado e ideado para ese lugar, y eso es importante a la hora de conservar y mantener determinados edificios que tienen un carácter patrimonial”, añadía acerca del desarrollo de la localidad a lo largo de las últimas décadas.

Finalmente, y más allá del trabajo académico, convertido ahora en libro divulgativo, preguntamos al autor su vista favorita del Monasterio, decantándose más bien por un escenario: “Uf, esto sí que es difícil… La entrada desde la Villa, por los canapés, cuando la entiendes como está pensada, para mí es la perfecta. Está ideada como una auténtica escenografía. Llegas por la trasera del Monasterio, porque si vienes desde Madrid nunca ves la fachada principal; y está pensado para que entres por la fachada en sombra, y según doblas, teniendo en cuenta que entonces no estaba construido El Plantel y lo te obligaba a girar era la naturaleza, te encuentres con la principal. Es una escenografía pensada por Juan de Villanueva y es impresionante el resultado. No es un solo punto, sino todo el recorrido».

Además, prosigue, «la entrada desde la carretera de Robledo es muy imponente. Ese acceso no estaba pensado en ningún momento, pero se desarrolla después por una necesidad de comunicación con Ávila; hay una vista desde la Casita del Infante que es de las más bonitas», concluía.

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