Yolanda Cerezo, vecina de Alpedrete: «No es solo irte a la Patagonia, sino lo que representa: hay mucha vida después del cáncer»

Yolanda Cerezo tiene 52 años, es arquitecta, está casada, tiene tres hijos de 21, 16 y 13 años y vive en Alpedrete desde hace 23 años. «La familia de mi marido se había ido a vivir a La Navata; a mí me parecía una locura irme a vivir a 42 kilómetros de Madrid, pero ahora no lo cambio. Llevo toda la vida corriendo y ahora lo hago por el campo; ¿cómo corría yo por las calles de Madrid? Empecé con 15 años porque mi hermano y mi hermana, que son más mayores, se fueron a estudiar a Estados Unidos y al volver venían con el rollo ‘running’ y me puse a correr con mi hermano, aunque lo aparqué durante la carrera -Yolanda es arquitecta-, pero lo retomé y nunca lo dejé».

Yolanda Cerezo, en primer plano, junto al resto de compañeras del ‘Reto Pelayo Vida 2023’

Al principio corría ‘diezmiles’; tras el nacimiento de su segundo hijo, ‘medios maratones’; cuando cumplió 40 decidió ir a por los maratones -el de Madrid lo ha hecho en siete ocasiones-; y hace diez años, con una amiga, se inició en las carreras de montaña como la del Cerro del Telégrafo, el Cross Alpino de Cercedilla llegando a participar en tres maratones alpinos (46 kilómetros por la sierra con un desnivel de 2.500). «No he hecho una prueba más dura en mi vida y una de las veces me retiré».

«Pensaba que era una persona sana y que no me iba a pasar nunca nada», pero en pandemia, en un cribado de rutina -ella asegura que no se había notado nada- que se retrasó en dos ocasiones, primero por el confinamiento y luego «por una reunión que en el mundo en el que vivimos era muy importante, me lo dijeron. A los 15 días de cumplir los 50 me diagnosticaron el cáncer de mama en el Hospital de Torrelodones. Fue el día antes de irnos de vacaciones».

«Se para todo. Pedí cita en la Clínica de Navarra», para la que Yolanda solo tiene buenas palabras -«me parece increíble el tratamiento oncológico integral que tienen, cómo funciona el equipo»- y comenzó una batería de pruebas: resonancia magnética, biopsia… «Te tiras un mes poniéndole nombre y apellidos a lo que tienes. Mi caso era el de un triple positivo. Hace 15 o 20 años el diagnóstico era malo, pero con el desarrollo de las inmunoterapias tiene un 95 por ciento de curación. La investigación es clave, hay que invertir».

«Mi respuesta fue: «pues vamos a por ello». A cualquier mujer le plantean esta situación y va a tener una respuesta parecida. Lo pasas mal en ciertos momentos, pero creo que lo de que te acompañe el deporte es fundamental. Para mí era como reconectar con mi cuerpo después de las palizas que me metían con la quimio, con la que hubo respuesta parcial, y luego me operaron y me dieron radioterapia, que me coincidió con la Covid y lo pasé fatal».

«El cardiólogo me dijo:»Esfuérzate sin forzar» y corrí la San Silvestre virtual. Yo me encontraba bien y seguía corriendo, bueno, arrastrándome. El cáncer es una enfermedad que si da la cara es porque está en un estadio avanzado, si no, no te enteras», por eso Yolanda insiste durante toda la entrevista en la necesidad de los cribados de rutina antes de los 50 años. «La autoexploración es importante pero no te cubre todos los casos. La diferencia es que te cojan algo en un Estadio 1, que era mi caso, a que lo dejes pasar y se extienda, entonces se complica el tratamiento y se empeora el diagnóstico. Yo me llevo haciendo mamografías desde los 40 porque he tenido un par de primas con 38 y 42 años con cáncer de mama; una de ellas falleció».

La importancia de la red

«Es muy importante tener una red de amigas que hayan tenido esta experiencia. Toda tu familia te apoya, pero el apoyo que encuentras en alguien que haya pasado por lo mismo es increíble. También hay apoyo en las redes sociales».

Para Yolanda también fue clave escribir -«tengo unas reflexiones escritas de todo el proceso y de las cosas que me ha enseñado; al final es otra experiencia de vida»- y leer sobre el tema. Precisamente así fue cómo se encontró con el Reto Pelayo Vida. Fue el pasado mes de diciembre cuando se topó con un post de la sección EFEminista de la Agencia EFE escrito por su amiga Macarena, «la primera de mis amigas que tuvo cáncer de mama», sobre esta iniciativa, que ahora cumple su novena edición de la mano del periodista y escritor Eric Frattini, que vio como uno de sus mejores amigos fallecía de cáncer.

Concienciar a las instituciones

Se trata del mayor proyecto deportivo de sensibilización sobre la prevención del cáncer de la mujer que existe a escala internacional y busca concienciar a las instituciones y a la sociedad civil sobre la importancia de invertir en investigación y en la detección precoz, así como de la importancia del deporte durante y después de la enfermedad.

En esta ocasión las cinco finalistas son, además de Yolanda, Anna Blanco (Valencia),  Kica Echanove (Toledo), Sonia Saiz (Santander) y Laura Villa (Teruel), seleccionadas entre 463 solicitudes de nueve países y tras dos pruebas en Sierra Nevada (donde estuvieron 18 mujeres. «Nos enseñaron a andar por la nieve con crampones y piolets hasta El Veleta») y los Alpes franceses («Fuimos las siete elegidas (dos de ellas han quedado como reserva) en furgoneta, sin parar de hablar; toda una experiencia. Salimos de allí como un equipo»). Una de las que se han quedado en reserva es Daniela, también vecina de Alpedrete, que a sus 19 años también ha padecido esta enfermedad. «Es una chica muy maja y ha tenido que madurar a la fuerza».

Ejemplo de superación

Ellas son ejemplo de superación personal, fortaleza psicológica, valor y optimismo ante la vida a pesar de que se han topado con esta grave enfermedad. «Son como si fueran tus amigas de toda la vida porque todas han pasado por situaciones similares a la tuya y tienen las mismas ganas de hacer esto».

A Yolanda la sorprendió la juventud de las participantes del Reto Pelayo. «Yo soy la mayor de todo el grupo. Todas tienen menos de 50, que es cuando se supone que hay más riesgo. De las cinco que vamos, cuatro hemos tenido cáncer de mama y la otra de cuello de útero».

Una dura preparación

Estas cinco mujeres han comenzado una dura preparación de montaña cargando durante ocho horas con una mochila de 18 kilos antes de afrontar en octubre en los glaciares de la Patagonia argentina 12 días de trekking invernal en un circuito de 100 kilómetros que circunvala los Cerros Fitz Roy y Cerro Torre, para después atacar la cumbre del Cerro Gorra Blanca, situado a 2.900 metros. Todo ello bajo la dirección técnica de la alpinista y campeona nacional Rocío Monteoliva.

Lo que más le está costando a Yolanda no es el entrenamiento sino su difusión a través de las redes sociales. «Ser ‘influencer’ a los 50… Tienes que mandar fotos, escribir, etiquetar… A algunas les sale más natural que a otras». «No es solo irte a la Patagonia, sino lo que representa que es que hay mucha vida durante y después. El deporte ha sido mi tabla de salvación en este proceso. Estaba tan enfadada con mi cuerpo porque me la ‘había jugado’ y cuando me dejaba correr se me pasaba un poco».

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