«Regreso», el premiado estreno como novelista de la escurialense Elena Hernández

Periodista, correctora de textos, lectora editorial… Elena Hernández Matanza, escritora madrileña vecina de El Escorial, lleva desde pequeña estrechamente ligada a las palabras. “Me alientan, me reconfortan, me acompañan, me enseñan”, explica en la presentación de su primera novela, “Regreso”, con la que ganó la LXVII edición del Premio Ateneo Ciudad de Valladolid y que ahora acaba de ser publicada por la editorial Algaida. Una novela intimista con escenas surrealistas y divertidas, protagonizada por dos hermanas septuagenarias, Tita y Pura, que tienen una existencia tranquila que se ve alterada por el regreso de Segundo, el marido de una de ellas, después de treinta y cinco años.

Lo que sucede a continuación sirve de escenario para que ambas inicien una particular aventura que les va a permitir conocerse mejor y descubrir aspectos de ellas mismas que de alguna manera permanecían ocultos. “No es una reivindicación feminista, es un homenaje sincero y cariñoso a las mujeres de esa generación, como mi madre y mi suegra”, apuntaba Hernández Matanza durante la gala de entrega del premio, celebrada el otoño pasado en el Círculo de Recreo de Valladolid.

Antes, esta escurialense de 51 años ya había publicado “La primavera de los cerezos”, con una selección de los relatos que semanalmente publica en el blog del mismo nombre, pero es ahora cuando ha ido un paso más allá para debutar con esta novela que tiene previsto presentar el próximo mes de mayo en El Escorial y San Lorenzo, tal como avanza la propia autora en esta entrevista.

La escritora madrileña Elena Hernández Matanza, fotografiada en El Escorial / Chema Lara

«Quería rendir homenaje a esas dos mujeres, valientes, sufridas y rutinarias»

Después de muchos años escribiendo relatos, ¿cómo te decides a saltar a la novela?

Quería explorar ese nuevo territorio después de muchos años escribiendo relato. Tenía una historia y, por primera vez, pocas trampas mentales que me impidieran llevarla a cabo.

¿Hay una diferencia de concepto muy importante entre un género y otro, o al final lo que cuenta en cualquier caso es tener una buena historia?

Sí, hay diferencias entre un género y otro. No es lo mismo contar una historia en tres, cinco, quince páginas que en trescientas. Los relatos tienen su tempo particular, pero, al final, como bien dices, tiene que haber una buena historia.

Con “Regreso”, además, no solo te estrenas como novelista, sino que lo haces ganando el Premio Ateneo Ciudad de Valladolid. Como punto de partida parece casi inmejorable…

Cierto. Escribí la novela porque me apetecía, sencillamente, sin más pretensiones. Cuando la acabé me decidí a presentarla al Premio Ateneo Ciudad de Valladolid y luego… todo parece casi un sueño.

Tu novela habla de un regreso al pueblo, pero quizá también de un regreso más íntimo. ¿Cuál es el viaje que querías contar?

La novela parte de un regreso físico, el del marido de la protagonista después de treinta y cinco años, que da lugar a un pequeño viaje. Pero ese regreso es, efectivamente, una vuelta al pasado para cerrarlo definitivamente; el propio viaje sirve de viaje emocional para las dos protagonistas. Es algo íntimo, pero salpicado de humor, a veces absurdo, que ayuda a aliviar ese regreso más introspectivo.

“Regreso” es también la historia de dos mujeres, con el marido de una de ellas como tercer gran protagonista. ¿Tu intención era volver a esa realidad de los pueblos que muchas veces es tan desconocida, poniéndonos ante el espejo de muchos silencios y de no pocos secretos?

La historia se sitúa en un pueblo, pero no es un pueblo de los que podemos conocer como «de la España rural». Es decir, no era mi intención adentrarme en ese terreno, sino más bien indagar en la vida de dos mujeres y un hombre septuagenarios que vivieron determinadas experiencias que, por lo que sé, son comunes con la de las madres o abuelas de esas generaciones. Sobre todo, quería rendir homenaje a esas dos mujeres, valientes, sufridas y rutinarias que un determinado día se remangan y se disponen a vivir esa loca aventura. De todas formas, esos silencios que mencionas se mantienen hoy en día en muchas familias…

¿A la hora de escribir esta novela, el humor negro era un ingrediente fundamental para ejercer como contrapreso de la historia?

Sí, sí. Era algo que tenía muy claro. Quería meterme en la piel y en el alma de la protagonista y de su hermana, desmenuzar sus vidas, que volvieran la vista atrás para cerrar definitivamente algunas heridas, pero todo eso tenía que ser con humor. Y con ellas creo que funciona muy bien.

Tu trayectoria profesional ha estado vinculada principalmente a la lectura editorial y la corrección de textos. ¿El hecho de que tantas páginas hayan pasado por tus manos y tus ojos ha podido ser también una especie de escuela a la hora de escribir, de saber también lo que conecta mejor con el lector?

No, más bien estudié unos cuantos años en un taller de escritura y eso es lo que, entre otras cosas, me facilitó poder hacer informes de lectura. Lo de la corrección de textos va por otro lado. Pero es cierto que hacer informes de lectura me ha permitido y me permite darme cuenta de los errores que se suelen cometer cuando se empieza a escribir y así poder evitarlos yo en mi escritura en la medida que puedo.

La publicación de “Regreso” llega un momento en que todavía hay restricciones como consecuencia de la pandemia. Aun así, ¿tienes previsto estar próximamente en ferias o realizar algún tipo de presentación?

Están previstas dos presentaciones en mayo, una el día 8 por la mañana en la Librería Zaitegui de El Escorial y otra el día 22 por la tarde en el Café del Coliseo en San Lorenzo de El Escorial. Luego el 6 de junio en la Feria del Libro de Valladolid y alguna más que estamos cerrando. Menos público y con medidas, pero las haremos. La cultura no se puede parar.

Como vecina de El Escorial, ¿hay un lugar que te inspire especialmente o en el que alguna vez hayas pensado como posible escenario para alguna de tus historias?

Sí, hay algunas casas bajas que enseguida me sirvieron de inspiración para el escenario de la novela. Y la vida que se puede hacer en un pueblo como El Escorial: paseos con las amigas, un taller de costura, ir a comprar fruta al mercadillo. Una vida tranquila.

Por último, y aprovechando que este viernes se celebra el Día del Libro, ¿qué lecturas nos recomendarías?

De los que me vienen a la cabeza, Un amor de Sara Mesa; Simón de Miqui Otero; Seré feliz mañana de Xacobe Pato; Gema de Milena Busquets y Rewind de Juan Tallón.

Enrique Peñas

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