El Dehesa Villalba recupera la magia del Quique Blas y vende cara la Copa Comunidad a Movistar Inter (2-4)

Imperó la lógica en el Quique Blas: Movistar Inter, la gran leyenda del fútbol sala mundial, con seis copas de Europa y cinco títulos intercontinentales, el equipo plagado de internacionales, ganó 2-4 al Dehesa Villalba, décimo en su grupo de Segunda División B, y se llevó su noveno trofeo de la Copa Comunidad de Madrid. Pero ya nadie podrá olvidar que, durante unos minutos, el viejo pabellón rugió casi como en los tiempos de la ACB. Como si Walter Berry hubiese vuelto a masacrar el aro del Barcelona o el Real Madrid, o como si Marrero la hubiese clavado desde el antiguo 6,25.

Aun maltratado por la lamentable gestión de su remodelación, ignorante de lo que allí se vio en esa década prodigiosa, con los jugadores cambiándose en casetas prefabricadas, con los aledaños destilando decadencia por cada rincón, el Deporte volvió a ganar la batalla con un partido mayúsculo de fútbol sala, con el gigante Inter exigido hasta bien entrada la segunda parte por un Dehesa Villalba pleno de fe en sus posibilidades, descarado y para nada intimidado ante las camisetas verdes del 23 veces campeón de la liga española.

Golazo de Rodrigo

Para sorpresa de gran parte del publico que llenó hasta donde se pudo el Quique Blas, unos 800 espectadores, el Dehesa jugó de tú a tú a un Inter que no se guardó nada. Ahí estaban Chaginha, Raya, Mínguez, Harrison, Cecilio, Pirata… Pero también Rodrigo, un joven que compagina el fútbol sala con su trabajo periodístico en Marca como especialista en pádel, de ahí que no pudiera estar en la semifinal de Alcorcón. Su reaparición en Copa fue clave para la magia de la noche, pues a los cuatro minutos, y tras un primer bombardeo del Inter, con hasta tres jugadas con marchamo de gol, se fue por el ala izquierda dejando atrás a Cecilio con una finta extraordinaria, siguió regateando en carrera a Barona y acabó descargando un chutazo que entró por la misma escuadra, inapelable para Jesús García. Un estallido de ilusión. Pero el sueño del 1-0 duró apenas unos segundos, lo que tardó Raya en montar un ataque en combinación con Pirata, remachado por Cecilio tras la parada de Lucas Carvajal a disparo a quemarropa del pívot lucense.

El intercambio de golpes dio paso a una fase en la que el Dehesa demostró la suficiente disciplina táctica y concentración para mantener el partido en condiciones de igualdad, a partir de un plan sin pívot, con una defensa alta que incomodó las circulaciones de pelota del equipo de Alberto Riquer, no pocas veces obligado a iniciar construcciones de jugada en su misma área. No fue hasta el minuto 13 cuando el Inter encontró el resquicio, en una formidable maniobra del canterano Dani Colón que acabó con un pase a la media vuelta para el nuevo remache de Cecilio, entrando desde atrás.

Cuatro minutos para soñar

Con el 1-2 al descanso, la lógica dictaba que el Inter saldría a sentenciar, y así se vio en en las continuas llegadas a la portería de Lucas Carvajal, que empezó a sostener el resultado con varias paradas de mucho mérito. Pero el Dehesa seguía ahí, con Javitxu agitando con su habitual habilidad en el regate, con circulaciones de pelota bien mecanizadas, y yendo a buscar el robo en la salida interista. En una de ésas, a Javi Gorroño le llegó un rebote fruto de la presión, y embocó el 2-2, para delirio del Quique Blas. El Inter acusó el impacto y el momento pareció muy crítico, cuando en el intervalo de minuto y medio, Rodrigo estuvo a punto de coronarse con otro jugadón, que esta vez no definió porque el balón quizá se le quedó atrás en el momento del disparo, perdido a un palmo del palo, y Javitxu se encontró con una gran intervención de Jesús García en situación de mano a mano.

Esas acciones subieron a máximos la temperatura del Quique Blas, ya a unas alturas de partido decisivas. Viendo la dificultad, Riquer recuperó a Chaginha, a Raya, y configuró un cinco titularísimo que fue modificando con una sucesión de triples cambios a cada poco para mantener la exigencia física, también en función de si tocaba atacar o defender. Poco a poco, el Inter fue imponiendo su ley, y tras varios avisos serios ante Lucas Carvajal, incluida una ‘salvada’ de Javitxu sobre la línea de gol, el Dehesa cedió a la presión en un intento de salida fallido que fue penalizado por Javi Mínguez, aprovechando un rebote producto de una presión certera de Cecilio, jugador clave en la final.

El Dehesa acusó el golpe y la ‘máquina verde’ ya no perdonó: casi a renglón seguido, de nuevo apareció Mínguez, aprovechando los nuevos espacios que se abrían producto del desgaste villalbino, y el de Meco habilitó la genialidad de Raúl Gómez, que hizo el 2-4 con un cambio de pierna eléctrico para batir a Lucas. Fue el mazazo definitivo, pues para entonces ya era patente que la prevalencia física del Inter se había sumado a su superioridad técnica.

Los minutos finales pudieron engordar la goleada, máxime cuando el Dehesa Villalba quiso morir con ataque de cinco, algo que pocos hubiesen sospechado antes del partido, pero el Inter malogró varias ocasiones claras, tres de ellas sin portero. Hubiese sido injusto para el despliegue del Dehesa, que acabó aclamado por la gente en el día en que el viejo pabellón volvió a vibrar en partido oficial, esta vez ante los ojos del fútbol sala español. La copa de subcampeón ante el Inter, en una competición con equipos de Segunda División como Móstoles y Leganés, fue el justo premio al equipo de Antonio Crespo, un técnico que, visiblemente emocionado, admitió después: “Yo nunca había visto esto así”.        

Jaime Fresno

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