El callejón sin aparente salida del CUC Villalba
El convenio de filialidad por diez años entre el CUC Villalba y el Atlético de Madrid, tal y como está presentado hasta la fecha, no puede acabar por sí mismo con la desaparición de la histórica entidad villalbina, la más antigua de la ciudad con sus 52 años de historia federativa. Fuera de lo que recoge el artículo 195 del Reglamento de la Real Federación Española de Fútbol, en el que se especifica la normativa en cuanto a la compra de plazas vacantes por descensos administrativos, no existe ningún soporte legal por el que un club compre una plaza de otro sin que concurra ese supuesto, después de que la Española cambiara la normativa hace algunos años para evitar precisamente el tráfico descontrolado de las plazas. De ahí que, por ejemplo, el Real Madrid tuviera que escoger la fórmula legal de la fusión por absorción para lanzar en 2020 a su equipo de fútbol femenino, asumiendo toda la estructura del Club Deportivo Tacón, o la del RSC International para recuperar el Real Madrid C, operación esta última que muchos ven como la pauta que está siguiendo el Atlético de Madrid para crear un equipo C a todos los efectos.
Ése es el miedo de los aficionados del CUC Villalba que han querido bucear en la letra pequeña y, a la vez, la causa del error de conceptos que, a la luz de sus manifestaciones, ha tenido el concejal de Deportes: el CUC Villalba no ha vendido ninguna plaza al Atlético de Madrid, sino que ha firmado un acuerdo de filialidad a diez años, aprobado por las dos federaciones de las que depende, Española y Madrileña, y en el que conserva su nombre, código, colores y escudo en los registros de ambos organismos. Sólo la fusión por absorción acabaría con el club por la vía Atlético De Madrid.

Pérdida de identidad
Otra cosa es la ética de la operación llevada a cabo por la directiva de Piero Capponi y su director general, Miguel Ángel Jiménez, la persona que emprendió las negociaciones con el Atlético de Madrid, a través del director de la Academia rojiblanca, Emilio Gutiérrez, sobre la manida cuestión de la pérdida de identidad y la ausencia, por vez primera al menos desde después de la Guerra Civil, de un equipo de fútbol de la máxima categoría sénior en Collado Villalba, por culpa de una operación empresarial con un supuesto ánimo de lucro que, en todo caso, aún estaría por depurar. En ese sentido, habría que conocer primero todas las cláusulas del convenio de filialidad, hasta ahora guardado con candado por las dos partes, y cómo afecta a lo firmado los últimos acontecimientos, con una entidad del caché del Atlético de Madrid, con presencia en innumerables rincones del mundo, con una propuesta de inversión en la localidad rechazada y toda la problemática posterior suscitada por las cartas de pago y el consiguiente traslado de su equipo a Alcalá de Henares.
No son pocos quienes han querido ver que la última sucesión de hechos juega a favor de obra de un supuesto deseo de sacar al equipo de Collado Villalba, hacer caja con la operación, y completar el proceso por el cual el Atlético de Madrid vuelva a tener su equipo C, ya sin vinculación alguna a Collado Villalba. Y nada es descartable, máxime tras ver cómo desde la génesis misma del convenio, muchos aficionados colchoneros vienen dando por sentado en las redes sociales que así será, criticando incluso el hecho de que el CUC Villalba haya vestido en varios partidos con su segunda equipación de color blanco, o que el propio Atlético de Madrid tuviese que dar marcha atrás a un comunicado oficial en el que afirmaba que el acuerdo daría lugar el próximo curso al regreso del Atlético de Madrid C, ya vestido de rojiblanco y con su nombre original. Sin embargo, todos esos planteamientos no pasan del terreno especulativo.
Puede pasar de todo
El contexto induce a esperar a la próxima Asamblea Ordinaria de ‘Socios’ del CUC Villalba, que no se producirá antes del 1 de julio, según ha venido sosteniendo la directiva. El orden del día es aún una incógnita, pero estatutariamente hablando la reunión servirá al menos para conocer el balance económico del CUC Villalba, después de la inyección procedente del Atlético de Madrid, hasta ahora secreta e inspiradora de no pocas suspicacias y elucubraciones, además de las intenciones de la directiva de Piero Capponi para con el club, en unas fechas en las que estará a pocos meses de cumplir los cuatro años de mandato.
Y puede pasar de todo: desde que el presidente anuncie su dimisión y, por tanto, el fin de la gestión de su empresa, Mad Football Group, que por otra parte ha ido dejando en el último año sus trabajos de asesoría y gestión en clubes como el Talavera o el Deportivo Guadalajara, y el CUC Villalba quede por tanto al pairo, tras la laminación de toda su masa social, a través de la exponencial subida de los carnets a 500 euros que ha dejado a la sociedad sin alternativas, al menos conocidas; o bien marcharse dejando el club en otras manos y habiendo presentado unas cuentas saneadas que justificarían los convenios con el Rayo Majadahonda y el Atlético de Madrid, en base a su beneficio práctico para el CUC Villalba; o bien seguir al frente de la entidad dando continuidad a su proyecto conjunto con el Atlético de Madrid, con el que aún tendría nueve años firmados. Y por supuesto, el club rojiblanco también tendría mucho que decir y decidir, de acuerdo con su inversión y el documento firmado. Incluso retomar los contactos con el Ayuntamiento y alcanzar un acuerdo para consumar su deseado desembarco en Collado Villalba. No conviene descartar nada.
Todas las hipótesis son en su mayoría aventuradas, máxime cuando todavía no ha acabado la temporada y no se sabe si el equipo jugará en Tercera o en Segunda RFEF, o si alguna de las partes en conflicto reculará por el bien de una sociedad histórica que recoge casi 100 años de fútbol en Collado Villalba, si se cuenta la trayectoria de los tres clubes que originaron la Unión: Torpedo, Viñas e Independiente. Porque ésa es otra: ninguna de las partes implicadas, salvo dos de los grupos de la oposición municipal, PSOE y MCV Corazón Villalbino, ha puesto el acento en la supervivencia del CUC Villalba como entidad histórica, relativizando su posible desaparición con el frío planteamiento de que se puede hacer otro equipo en cualquier momento y con el nombre que sea, como si todos los actores implicados en el club en su medio siglo de historia no mereciesen un respeto.
Un desierto social
En unos años en los que el CUC Villalba ha ido perdiendo a muchos de ellos, además de casi toda su energía contestataria por la falta de savia nueva en la masa social, la reinvención sería harto complicada. Y más tras la constatación de que todos los problemas y tejemanejes institucionales han terminado dejando la grada prácticamente como un solar: el Villalba sólo tiene un socio del pueblo y apenas unos 40 abonados, de los que alrededor de 15 pasaron hace unos días por las oficinas a cobrar la parte proporcional del abono relativa a los cuatro partidos de Liga que no podrán ver en Collado Villalba. Es decir, un desierto social sin precedentes para un fútbol villalbino cuya prolífica cantera, calculada en unas 1.300 fichas en la suma de sus dos clubes, ni puede ni debe estar desprovista de un equipo sénior representativo de la ciudad, dejando a decenas de futbolistas locales sin posibilidad alguna de jugar en casa, algo inédito hasta ahora y que habla a las claras de la profundidad de una herida que puede llegar a ser mortal de necesidad.
Jaime Fresno