Ocupan un solar de la SAREB junto a la estación de tren de Collado Villalba y lo convierten en un huerto autogestionado

La plataforma ciudadana Asamblea del solar autogestionado de Villalba ha anunciado mediante un comunicado de prensa la puesta en marcha de un huerto en un solar abandonado de Collado Villalba. Se trata de una finca propiedad de la SAREB, ubicada en la carretera de Galapagar, esquina con calle Gironi. “Buscamos mejorar la convivencia vecinal apostando por la autogestión y el apoyo mutuo, y por la sostenibilidad en las relaciones con el entorno. Hemos liberado para el uso y disfrute de todo el vecindario un espacio urbano que los intereses de los especuladores y la desidia de las Administraciones han mantenido en abandono más de 13 años”, dicen en una nota.

“Acondicionaremos este espacio para que sirva como huerto y lugar de encuentro social con el que crecer hacia un horizonte de soberanía alimentaria, necesaria para hacer frente a las consecuencias de la crisis energética y climática”, continúan. «Esto va de la mano con la cohesión social, pues en su presente atomización no está preparada para afrontar el declive de los combustibles fósiles y otros materiales. Si ellos no lo hacen, lo haremos nosotras: hay que poner la vida en el centro«, dice este colectivo.

Propiedad de la SAREB

«Desde hace varios años lleva este terreno en manos de la SAREB, mejor conocida como «banco malo», una entidad que fue creada con un 45 por ciento de capital público para absorber activos (solares, viviendas, bloques etc.) tóxicos de la banca y constructoras. Ahora, este organismo pretende vender sus bienes a inversión privada pero que su deuda la paguemos con nuestros impuestos».

«Es necesario que toda la ciudadanía pueda decidir el destino de las viviendas y solares cuya compra fue en buena medida con nuestro dinero. No aceptaremos que una entidad participada por el Estado a través del FROB se dedique a vender para su beneficio exclusivo las casas y terrenos que debieran de satisfacer las necesidades de techo y de espacios vecinales para trabajar por la soberanía alimentaria y otros proyectos de transición eco-social», concluyen.

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