Alonso Murillo, pintor de murales en canteras: «Ver arte rupestre no es nada habitual»

Collado Villalba ha recuperado la cantera de la Fuente del Caño Viejo, que se planea convertir en un auditorio al aire libre

Alonso Murillo lleva yendo a la cantera de la zona de Lobo Cojo desde niño. Este vecino de Collado Villalba recuerda que su primera pintada en este enclave fue «No tirar basura, cabrones», en 2010. «Vinimos con una furgoneta y estuvimos limpiando durante semanas; estaba lleno de tubos de riego, bolsas de basura…»; querían preservar una zona donde se bañaban y pasaban las tardes. «Es nuestro pueblo y nuestros espacios y nos gusta convivir con el entorno». Entonces nada hacía presagiar que se dedicaría a esto profesionalmente, a restaurar entornos naturales degradados, principalmente canteras. Ahora, con 37 años tiene una empresa de decoración, AMurillo (amurillo.com), que compagina con SEA162 (sea162.com), su apodo en el mundo del grafiti y con la que está desarrollando «Throw the rock», un proyecto internacional para rehabilitar espacios abandonados en la naturaleza.

El origen del proyecto está en esta cantera, que divide el término municipal de Collado Villalba y Alpedrete, donde la primera intervención de Alonso fue una cara inspirada en el Parque de los Monstruos o Bosque sagrado de los jardines del Castillo de los Orsini,​ en Bomarzo (Italia) en 2016. «Cuando estaba pintando esta cara, vi la pared de enfrente, que estaba llena de grafitis, y visualicé la imagen del bebé; fue de las primeras veces que me vino una imagen al cerebro y a partir de ahí comencé a hilar imágenes». Luego vino la figura del lobo. «Del bebé al lobo pasó un año porque no conseguía encontrar una imagen que fuera acorde con ese espacio. Pintar una pared es bastante difícil; es un material noble y no puedes equivocarte. Si es una pared lisa da igual lo que pintes, es como un lienzo en blanco, pero aquí tiene que encajar -Alonso aprovecha el relieve de la roca para dar volumen a sus obras-«. Al final fue un amigo el que le sugirió que pintara un lobo en base a la leyenda del «Lobo cojo», que daba nombre al antiguo vertedero (hoy Punto Limpio) y a la rotonda de la carretera de Navacerrada, una zona donde alumnos de la Escuela de Espeleología de Madrid hacen prácticas.

A continuación realizó la imagen de los ojos. «Hice un proyecto en unas instalaciones de cristal y de una idea me iba a otra hasta que me salieron los ojos». A estos le siguió la imagen del búho. El último trabajo en esta cantera ha sido una flor de cardo. «Tuve una reunión con los concejales (Ana Piñeiro, la edil de Cultura, y Adrián Muñoz, responsable de Medio Ambiente de Alpedrete) aquí mismo, con el arnés puesto. Me puso en contacto con ellos un antiguo cantero». Según como se sitúe, el visitante puede ver una flor de cardo o unas setas. «De por aquí, es una planta insignificante, pero a mí me gusta. Y según vas andando, la pintura cambia totalmente y en otros lados de la piedra puedes ver otras cosas, como las setas, que coexisten con el cardo corredor; es una simbiosis de especies que a mí me encanta». Un trabajo que «desde que vi la pared hasta que me vino la idea han pasado dos años», calcula Murillo, «de hecho esa piedra que está caída, dice señalando hacia uno de los lados del dibujo, estaba en su sitio cuando yo hice las primeras fotos para diseñar esta idea».

Su metodología de trabajo consiste en «entrar en trace, aunque suena un poco místico. Me doy paseos por la zona y que sea el sitio sea el que me diga que es lo que hay que pintar; es mi proceso creativo. Al principio no conseguía comunicarme con el sitio, como cuando pinté el lobo, pero ahora lo tengo más desarrollado y viene la idea al cerebro».

Su último proyecto ha sido una lechuza en la cantera de la Fuente del Caño Viejo, en Villalba Pueblo, el primer paso que ha dado el Ayuntamiento para convertir este espacio abandonado en un auditorio al aire libre. Anteriormente, había hecho diferentes encargos en la Laguna del Carrizal, que ya no se puede apreciar, el puente de la Estación de tren, el puente de la Guardia Civil, el polideportivo, el Centro de Juventud, el puente de acceso al hospital, entre otros. Además de en diferentes puntos de la geografía española y de Francia, donde estuvo en un festival de arte en Village de Fontaine.

Alonso ya está pensando en el siguiente reto, la última pared de la cantera que queda intacta y que se encuentra en el término municipal de Collado Villalba. «Será una obra medio abstracta que representa las diatomeas, unas algas de agua dulce, una parte microscópica». Si se lleva a término será la única obra de esta cantera por la que cobre Alonso. «Todo lo demás lo he hecho yo con mi dinero y mi tiempo. Tengo que contratar gente para que abra las vías de escalada, hacer vídeos, fotografías…«, además del coste de los materiales: sprais, en el caso de esta cantera, y pigmentos minerales en la de la Fuente del Caño Viejo.

«Cuando empecé a subir estas cosas a las redes sociales hubo mucha gente que se quejó sin conocerme ni saber cómo estaba el entorno antes de que yo lo pintase…, pero me hizo pensar y varios colegas me dijeron que estaría bien usar pigmentos naturales. A mí me gusta investigar y estoy abierto a que me planteen propuestas y me digan cosas. Hace unos cuatro años me llamaron para hacer un proyecto en Garcibuey, Salamanca, y me ofrecieron pintar unas piedras de un río, que ni eran de una cantera ni estaban degradadas; era un espacio natural súperbonito y ahí no me parecía lógico pintar y rechacé el trabajo. Pero me ofrecieron pigmentos naturales e hicimos el trabajo; lo llamamos «Efímero», porque no sabíamos si iba a perdurar en el tiempo; ahora mismo está muy degradado, aunque algunas partes aguantan. Aquí es donde hice mis primeros estudios (del uso de los pigmentos minerales)».

Además, las redes sociales le han ayudado a difundir su obra. «A estas canteras vienen muchos fotógrafos y mucha gente a ver las pintadas, es como un museo al aire libre, es un sitio muy especial. Ver arte rupestre no es nada habitual». De hecho Alonso Murillo reconoce que por internet ha conocido a «un chico noruego que pinta en las piedras del suelo de los fiordos noruegos con un paddle board con pigmentos naturales o a Saype, que pinta sobre el césped con una pistola con caseína, carbón y cal, unas intervenciones que son efímeras».

Alonso no se opone a que otros hagan también sus pintadas. «Que cada uno haga lo que quiera, pero a mí, los grafitis que había aquí me molestaban porque no me parecían estéticamente bien». Llamó personalmente a los autores de todos los grafitis que ha cubierto con sus imágenes. «Me puse en contacto con ellos, a muchos no les conocía, para decirles que iba a pintar encima y a todos les ha parecido bien», prueba de ello es que han respetado sus dibujos. «Lo importante es que coexistan las acciones de la gente. Cuando vas a una cueva, por ejemplo en la de El Castillo, en Cantabria, hay representaciones rupestres con diferencias de 10.000 años, eso me parece muy curioso».

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