Varios vecinos de la Sierra participan en “Los chicos del coro”, el musical que triunfa en La Latina
«No sólo tiene que actuar y cantar bien, a lo mejor bailar…, tiene que tener… ángel, tiene que enamorarnos y hay personas que te enamoran. Es una cosa intangible, casi mágica», así explica el director musical César Belda la razón de que escogieran a Leyre García, de 15 años, y a Toñín García, de 9, ambos vecinos de Alpedrete, para los papeles de Pierre Morhange, uno de los protagonistas, y René, respectivamente, y formar parte de uno de los cinco elencos, junto con otros 67 niños (actúan 15 en cada función), de «Los chicos del Coro».
Se trata de un musical basado en la película francesa homónima que se estrenó en el Teatro de La Latina de Madrid el pasado 16 de noviembre y que estará en la escena madrileña hasta el próximo 2 de julio, lo que dará paso a una gira por varias provincias españolas: Bilbao (en su Semana Grande), Valladolid (del 14 al 27 de septiembre), Zaragoza (en diciembre y enero), Barcelona (de febrero a junio) y Valencia (verano de 2024), para regresar de nuevo a la capital. La adaptación incluye algunas novedades como que todas las canciones son en castellano (tan solo un de los números es en el francés original), la participación de figuras femeninas (profesoras y alumnas) o partes cargadas con notas de humor y alegría.
Leyre hizo el casting en junio y tras se elegida se unió a la escuela en verano, donde muchos de sus compañeros llevaban desde marzo, en la que ensayaban todos los días una media de 8 horas. Ella estudia cuarto de la ESO en el colegio Santísima Trinidad de Collado Villalba «y cuando empezó el curso ensayábamos los sábados por la mañana hasta que se estrenó el musical en noviembre. Ahora cuando toca función por la tarde, voy, ya no hay ensayos, pero tenemos que estar dos horas antes para calentar la voz y para vestuario y caracterización y si hay alguien que está malo, llamar al ‘cover’ (suplente)». Aunque la función puede verse de miércoles a domingo (el sábado y domingo hay dos sesiones), por las limitaciones de edad, los niños solo cantan dos días a la semana. Ella asegura que no cuida especialmente la voz, pero «cuando hacía mucho frío en invierno, nos recomendaban llevar bufanda y no comer frío, aunque nunca me he puesto afónica».
Además de la afonía, los niños ‘luchan’ contra el cambio en su voz. «Yo tengo suerte de ser Pierre, que es una voz blanca voz muy aguda, y a mí ya no me va a cambiar la voz. Los otros niños -ella es la única niña que hace este papel-, si tienen trabajada la voz, no tienen problema», señala Leyre.
Toñín es el «dormilón, aunque sí canto, en algunas escenas nos tenemos que dormir», explica. Nunca había participado en ningún montaje teatral, ni siquiera en el colegio -también estudia en el Santísima Trinidad-, pero sí había recibido formación en la Escolanía del Valle de los Caídos, en San Lorenzo de Escorial.
Leyre había hecho teatro en el colegio desde los 7 años, estudia piano desde los 5 y canta en un coro local. Aunque ella ya llevaba el pelo corto antes, al ser escogida para un personaje de niño «me hicieron un cambio para que pareciera de la época». «Nunca había hecho un musical de esta categoría. Siempre me había querido dedicar a esto y ahora más», afirma mientras asegura que no la cuesta compaginar sus estudios en el Instituto con la obra. «Si lo llevas al día, está bien».
Para que esto sea posible, cuentan con el apoyo de sus madres, que, además, son amigas. «Se organiza muy bien, de momento no tiene ningún problema a nivel de estudios. Ella ya sabe que la toca actuar a mitad de semana, así que se lo prepara antes», asegura Marta, la madre de Leyre reconociendo que ellas también han tenido que adaptar sus horarios a la función. «Siempre me quedo cuando la toca actuar, me encanta y disfruto cada día y ellos salen muy contentos». Leyre y Toñín coinciden en el mismo elenco, lo que facilita la conciliación de sus madres. «La productora intenta facilitárnoslo y donde hay hermanos -hay varias parejas en el elenco- o, en nuestro caso, que somos amigas, hace que vayan juntos», añade Vanesa, la madre de Toñín.
«Los profesionales, tanto los actores como el equipo técnico (en total unas 100 personas), se portan muy bien con los niños, son muy amables. La productora, KAK Group, es muy cercana y enseguida están ahí», recalca Vanesa, «al igual que Juan Luis Iborra, el director de Escena», con el que coincidieron el primer día del casting.
La Sierra también está representada en el apartado musical, donde Isabel Fernández, una vecina de San Lorenzo de El Escorial, trabaja, además de dando clase, como pianista en «Los chicos del coro», del que se puede decir que es «casi mi primer musical porque el primero era una producción muy pequeña que no tuvo mucha repercusión». Ella forma parte del proyecto desde el pasado verano, cuando la contrataron para suplir a Nicolás, un pianista francés que no siempre podía estar presente en la función y «me quedé fija, estoy encantada», dice Isabel, que confiesa que es «muy diferente» tocar dando clase que actuar.
«Cada concierto es único y en el teatro tiene que salir siempre igual, es una maquinaria de relojería. La música tiene que encajar con la escena, con los movimientos del decorado, con el texto, con el resto de compañeros… Es más cuadriculado, pero a mí me gusta mucho», tanto que la gustaría que su carrera se desarrollase por el mundo de los musicales. «Ójala «Los chicos del coro» sea un antes y un después» A mí dar clase me gusta, pero esto es más emocionante», reconoce. «Después me gustaría hacer algo de rock».
Y de una profesora a una alumna. Laura García Casablanca tiene 16 años, vive en Alpedrete y está estudiando Peluquería por las mañanas y por las tardes trabaja en el departamento de caracterización. «Mi trabajo consiste en peinar a las actrices, ponerlas las pelucas y maquillar a los niños», dice Laura, que nunca había trabajado antes y que llegó al teatro de la mano de su hermano Toñín. Ella sí acude al Teatro de La Latina todos los días de función «y los días que hay dos, cuando acaba la primera, tenemos que quitarles los micrófonos a las niñas y preparamos a los siguientes», está aprendiendo a marchas forzadas. Cuando acabe sus estudios, «me gustaría dedicarme a esto profesionalmente, me gusta este mundillo».