Aniversario de la Casa de Cultura de Collado Villalba: 30 años levantando el telón

Ha servido de consultorio médico, de fonda, de academia de la Falange y hasta de taller mecánico. En uno de sus salones se fundó la Agrupación Socialista villalbina un 22 de marzo de 1936 y entre sus paredes nació un 6 de abril de 1940, el conocido cómico y actor Andrés Pajares. Tras derruirse parte del edificio, es adquirido por el Ayuntamiento y desde hace 30 años es la sede de la Casa de Cultura de Collado Villalba. En estas tres décadas ha congregado a más de medio millón de espectadores en los cerca de 3.000 espectáculos que han levantado el telón de “La Bombonera”, como es conocido el teatro municipal entre los actores “porque es pequeño (tan solo dispone de 223 localidades) y eso hace que sea muy acogedor. El actor ve si el público se ríe o llora, no hay distancia”, explica una técnico del área de Cultura. “Otros teatros de la zona son más grandes, pero no tienen la cercanía de éste. Es un espacio que nació pequeño, pero desde el principio fue muy grande”.

 

Sus inicios
Aquí se grabó durante dos años “Estudio Teatro”, de Televisión Española, “Sorpresa, sorpresa”, de Antena 3 y se hizo el anuncio del paso de la peseta al euro. También ha acogido muchos estrenos a nivel nacional; a la inauguración vino el pianista americano Barry Harris y tras él la Javier Vargas Blues Band, M-Clan o actores de la talla de José Sacristán, Verónica Forqué o Javier Gutiérrez forman una larga lista.

La Casa de Cultura llegó a tener 1.800 alumnos (actualmente cuenta con unos 800) y había 12 personas trabajando (ahora hay siete, incluidos los técnicos).

 

De los Juzgados a El Capricho
Para encontrar el germen de las actividades culturales tenemos que ir hasta el antiguo edificio de Radio Villalba (frente al IES Jaime Ferrán), a unos locales propiedad de MADE, fabrica que cedió al municipio unos espacios al comienzo de la democracia, donde se instaló la Universidad Popular. Conjuntamente también se utilizarían unos despachos de la antigua Tenencia de Alcaldía (en la calle Real, donde estaban antiguamente los Juzgados) como aulas.

Toda la obra de reforma se hizo en base al edificio antiguo, que está protegido y “no se pudo tirar nada porque se hizo con una subvención estatal del Quinto Centenario para edificios históricos y la ayuda económica de la Comunidad de Madrid”, sumadas al presupuesto municipal.

“En los actuales despachos era donde los médicos pasaban consulta y en las aulas de la planta de abajo era donde se hacían las radiografías, las placas…Y en el aula del fondo estaba la carpintería antigua de Villalba”, recuerda la técnico. “Cuando nos vinimos aquí no había Casas de Cultura en ningún municipio de la zona y nos llenamos con gente de toda la comarca”.

Aunque la inauguración oficial del nuevo edificio se hizo en diciembre de 1989, cuando se reparó la fachada y se abrió el teatro, desde tres años antes ya se habían trasladado allí los asuntos culturales del municipio, pero el espacio teatral era el Salón El Capricho, en Villalba Pueblo, el polideportivo y las aulas cedidas por MADE. Durante las obras de reforma, el área de Cultura se volvió a trasladar, esta vez a la Sancho Panza antes de convertirse en Biblioteca, donde se impartían clases de cerámica y dibujo y pintura (plata baja) y baile español, flamenco, ballet, corte y confección e inglés (planta de arriba).

La Escuela de Música también ha tenido su particular periplo: el colegio Rosa Chacel (como aula externa), en el Peñalara y en la parte de atrás de la Casa de Cultura (consultorio médico anterior a la construcción del ambulatorio de Los Madroños, en Los Belgas) hasta reposar en su ubicación actual en la calle Juan XXIII.

De calidad
“Aquí no se conoce la calidad que hay ni el esfuerzo y el trabajo de mucha gente y es una pena porque es una oferta de calidad con unos precios muy asequibles”, defiende la actual edil de Cultura -la tercera que pasa por este puesto esta legislatura, tras María del Mar Gil y Juan José González-, María Torre-Marín. Ella enumera las iniciativas en las que participa su área: la Red de Teatros de la Comunidad, Teatralia, Festival de Teatro Especial de la Discapacidad, Festival de Cortos de la Comunidad, Festival Internacional de Cine de Anade, Ciclo de Jóvenes Intérpretes, Ciclo de Conferencias de arte… Además, se encargan de las exposiciones que hay todos los meses, no solo de la Sala Julián Redondo, sino de las de la Biblioteca Miguel Hernández y las que hacían en Peñalba, de las actividades del Salón El Capricho y de la Cabalgata de Reyes.

“Hay mucho trabajo detrás y la difusión es muy importante. Intentamos que haya todo tipo de géneros y de calidad, por lo que hay una planificación previa”, subraya Torre-Marín. “Intentamos mantener una programación porque este teatro tiene un nivel y no se puede bajar”, añade la técnico. Por ello, ambas demandan más inversión para este área, “que se ha quedado como la hermana pobre y es un error porque la Cultura es fomento para el municipio, nos enriquece y nos hace mejores. Es respeto, solidaridad e integración”.

“Para volver a recuperar su identidad, Villalba necesita un espacio más grande para el teatro con mejor accesibilidad y recuperaría un espacio para las artes plásticas, donde ahora hay listas de espera. Y este teatro se podría utilizar como una sala de conciertos, donde la gente pueda tomarse algo al mismo tiempo que disfrutan”, proponen. “Además, añade la edil, creo que nos falta coordinación con otras áreas como Educación o Juventud, que a veces ofrecen actividades que se duplican y con precios dispares”.

 

El Barrio de Jabonería: fondas, talleres y médicos

La Casa de Cultura se asienta en el que fue conocido como Barrio de Jabonería, que debe su nombre a la fábrica de velas y jabones de Tomás Briones y González instaló en el cruce de la Carretera de Guadarrama con la que va a Villalba Pueblo (frente al Zoco) tras llegar a Collado Villalba hacia 1865. Tras su muerte en 1897, su viuda, Leonor Miranda, cerró la fábrica, instalándose como arrendatarios la Guardia Civil entre 1898 y 1918. La salida de la Benemérita coincide con la llegada de los hermanos González, que edificarán sobre la fábrica y en su frontal un nuevo y gran establecimiento hostelero al que bautizaron “La Jabonería”, que contaba (como decía la publicidad de la época) con tienda de ultramarinos, bar y restaurante con comedores independientes, así como habitaciones con hospedaje bueno y económico. También se vendían accesorios para automóviles y motocicletas.

En 1921, el célebre corredor de motos y campeón de España en varias ocasiones, Miguel Lliviria Roca (El Noy), ya había asumido la gestión de dicho bar restaurante, rebautizado como el “Royalty”, que se convirtió durante varios lustros en punto de reunión de los deportistas del motor. El Noy traspasa el negocio a Andrés Pajares, quien lo bautiza como “Casa Pajares”, aunque el publico siga usando el nombre de “Royalty” durante décadas. En su salón se fundará la Agrupación Socialista villalbina un 22 de marzo de 1936. Y en el mismo edificio abría sus puertas el taller mecánico de Feliciano González, al igual que la planta alta albergaba la Fonda la Constancia.

Así, a mediados del siglo pasado la actual Casa de Cultura estaría dividida en varias empresas y actividades: en la planta baja abre sus puertas el bar “El Cruce”, de la familia Conde; junto al taller mecánico del Gayo, que poco tiempo después se trasladará a la acera de enfrente, donde aún hoy funciona Talleres Rafa, su descendencia. En la planta de arriba las habitaciones son comercializadas por la citada Fonda. En 1953 es adquirido por el Ayuntamiento, que le dará nuevos usos: se instalará el Colegio Menor de Segunda Enseñanza General Moscardó (conocido como la academia), dependiente de Falange Española, donde estudiaron durante poco más de 12 años aquellos villalbinos que deseaban hacer Bachillerato, aunque se debieran examinarse en el instituto Cardenal Cisneros de Madrid al finalizar del curso, hasta la inauguración del INB “Jaime Ferrán” en el curso 1967/68.

Al final de la década de los 50, el frente del edificio era ya una ruina y tan solo funcionaba la trasera lateral del edificio donde se ubicaba la consulta de Don Ramón y Don José Luis, los médicos locales y la citada academia.

Agradecimiento: Enrique García de Herrero y Alberto Ruiz

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