Tribuna Abierta.- Lo que fue el río Guadarrama para los villalbinos

Hablar del río para los villalbinos que tuvimos la suerte de vivirlo y disfrutarlo, es la historia de una pandilla de amigos los días de verano. El río era un lugar para vivir aventuras, bañarse, pasar el día con los amigos y ser completamente felices.

Esta pandilla de amigos quedaba en el patio de los bloques del Frontón y con las sandalias de goma y el bañador puesto, nos íbamos al río para subir hasta “El Estrecho”. Esto estaba más arriba del Puente del Herreño y era, efectivamente, un estrecho en el río que hacia una poza donde podíamos nadar, bucear y dejarnos arrastrar por la corriente mientras vigilábamos que no vinieran los toros de las ganaderías cercanas a abrevar al río. Si esto ocurría, había que salir corriendo mientras los mayorales, a caballo, nos decían de todo.

Después bajábamos al Puente del Herreño donde, más tranquilos, nos tirábamos las horas chapoteando y, los más intrépidos, se tiraban al río desde el mismo puente.

Había un pozo en el medio del río y decían que era para sacar agua para una fábrica de gaseosas. Nunca supimos si eso era verdad, lo que si vimos es a paisanos coger cubos de agua para sus cosas.

Este era un lugar donde nuestros padres pasaban los días de fiesta y vacaciones haciendo paellas a las que se apuntaban amigos, vecinos y familiares que venían a pasar el día con nosotros. ¡Cuántas horas habremos pasado allí disfrutando!

Más abajo estaba el “Charco de las Yeguas”. En el Gorronal, que se llama así por los cantos rodados o “gorrones” que había en esa zona en el rio. Aquí también se hacían paellas y se pasaban las tardes con los amigos. Este niño que se tira al rio, es mi hermano que era un gran nadador. Yo era más pequeño y solo podía ir andando. Nunca olvidaré este lugar porque, andando por el lecho del rio, me colé en una poza y a punto estuve de ahogarme. Mi madre, que estaba a la paella y con el rabillo del ojo, a su niño, vio que me iba para abajo y se tiró vestida al rio para sacarme de los pelos. ¡No me regañó! Me tuvo en brazos hasta que se me pasó el susto y volvió a acompañar al rio para que no le cogiera miedo.

Aguas abajo estaba el parque de las bombas. Se llama así porque allí estaban las bombas para sacar el agua que se utilizaba luego en casa. En esa época no había agua corriente en las casas.

Este era el lugar de baño, de juegos y donde las mujeres, mientras los maridos estaban trabajando en MADE, lavaban la ropa, las sábanas y lo que fuera menester. Luego ponían las sábanas a secarse en las praderas del río y nosotros, más de una vez, las volvíamos a ensuciar con el balón de futbol.

Pero no todo era amable. Cuando venían las crecidas del río todo se inundaba. Se llevaba todo lo que había a su paso y entraba en las casas más cercanas al rio. Más de un cerdo se llevó el río y apareció por el contrapeso, más abajo del puente de la vía del tren a Madrid.

Esas crecidas eran muy temidas porque arrastraban todo lo que había a su paso.

Dicen los mayores, que en alguna ocasión el río paso por encima del puente de la calle Real. Yo no lo vi o no lo recuerdo.

Lo que si recuerdo es el ruido, el estruendo tan espantoso que hacían las aguas a su paso por ese puente.

Más abajo el río pasaba por la zona de los belgas y, pasando el puente de la vía del tren, se perdía por el contrapeso que era otro lugar de aventuras. Estaba lleno de Fresnos y encinas y rocas que hacían pequeñas cuevas donde nos escondíamos. En una de ellas vimos un esqueleto que nos tuvo mucho tiempo imaginando que le podía haber pasado. Nunca lo supimos, pero nosotros vivimos imaginando y soñando muchas historias que el rio de Villalba nos regalaba a diario.

Este río fue vida para todos nosotros. Ha sido parte de nuestra historia. Tratemos de recuperarlo para todos.

Pepe Colmenero, ex edil de Cultura del Ayuntamiento de Collado Villalba

 

 

 

 

 

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