La seca de la encina: ¿qué podemos hacer?

A lo largo de los últimos años  hemos sido testigos de la muerte de innumerables encinas en nuestros campos y jardines. El fenómeno no es nuevo: se inició a principios del siglo XX, y con mayor violencia a partir de los años 80.

Esta mortandad suele seguir un patrón recurrente: primero aparecen algunos árboles enfermos y en sucesivos años empiezan a morir otros en grandes rodales que incluso se ven desde lejos, pues el encinar queda seco y defoliado.

A nivel de individuo los síntomas son muy evidentes. Al principio se reduce el crecimiento, poco a poco las hojas se tornan amarillas para posteriormente caer, las ramas se van muriendo y al final el árbol colapsa y muere. Esta consecución de síntomas se denomina síndrome de muerte lenta. Pero también puede suceder que el ejemplar muera de forma rápida en unos pocos meses, en lo que sería una manifestación aguda de la enfermedad.

¿Qué es lo que provoca la muerte prematura de las encinas?

La fase final de decaimiento está provocada por un hongo, Phytophthora cinnamomi, una especie microscópica que necesita medios acuáticos para su proliferación, es decir suelos encharcados. Este hongo se encuentra de manera natural en nuestros suelos y en general no causa problemas. Pero si se desencadenan una serie de fenómenos se desarrollan sus aspectos más letales. Mata a las raíces absorbentes que es lo que provoca la marchitez y posterior muerte de la encina.

Pero para que esto se produzca es necesario que se den ciertos fenómenos ambientales, fundamentalmente periodos cortos con abundantes lluvias, seguidos de largos periodos calurosos y secos. Durante las lluvias abundantes el hongo se desarrolla en el suelo y en los periodos secos y calurosos el árbol debilitado por la sequía y el calor sucumbe al ataque del hongo. Estas condiciones se ven agravadas por el cambio climático, pues a primaveras lluviosas se suceden largos y calurosos veranos de muchos meses de duración.

¿Qué podemos hacer?

Lo fundamental es evitar la dispersión del hongo:

  • Evitando encharcamientos por medio de drenajes y el control del riego. Es común la muerte de encinas en praderas de césped que se riegan todos los días.
  • No mover la tierra ni labrar en las zonas ocupadas por las encinas.
  • Desinfectar las herramientas y maquinaria simplemente con  alcohol etílico al 70%.
  • Y favorecer al arbolado mediante un buen mantenimiento

Se pueden llevar a cabo acciones curativas en las primeras fases de la  enfermedad y sobre todo preventivas inyectando por endoterapia (inyecciones en el tronco) compuestos ricos en fósforo y potasio, acompañados con la inoculación en el suelo de micorrizas (hongos simbiontes con las plantas) y de Trichoderma harzianum, un hongo antagonista de la Phytophthora. Estos tratamientos los podemos completar incorporando estimuladores del enraizamiento y fertilizando el suelo con CaCO3 o CaSO4.

El aporte de materia orgánica al suelo y la descompactación del mismo también lo mejoraran y promoverán la vida microbiana subterránea, que con sus innumerables interacciones crean un medio donde los patógenos tienen más dificultades para proliferar.

Francisco Suárez Boada, arbolista especializado en jardinería ecológica

Más información en tecnicasvegetacion.com y en el teléfono 661 369 361

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