‘Rómpete, corazón’: un siniestro cuento de hadas con Abantos como telón de fondo

Cristina López Barrio, regresa a las librerías con una novela que parece haber surgido de la neblina que envuelve el monte Abantos, en San Lorenzo de El Escorial. Como en un relato de Edgar Allan Poe, en “Rómpete, corazón” (Planeta) hay torreones, cementerios enterrados bajo el suelo de las casas y mujeres sobre las que pesan terribles maldiciones.

“Mis padres tienen una casita de veraneo cerca, yo he venido muchos años a pasar las vacaciones, aquí tenía mi pandilla, aquí aprendí a montar en bicicleta y, después, en moto. Y aquí he escrito este libro basándome en algunas leyendas de El Escorial”, explicó la autora -finalista del Premio Planeta en 2017 con “Niebla en Tánger”- en la presentación de su nueva obra.

‘Thriller’ contemporáneo

En esta ocasión, la escritora madrileña, que se dio a conocer en 2009 tras ganar el Premio Villa de Pozuelo de novela juvenil, se ha envuelto en una capa dickensiana para entregar una obra en cuyas entrañas se oculta un cuento infantil. Porque las tres protagonistas de esta historia, todas mujeres de una misma familia (las Melgar), se han criado escuchando relatos sobre princesas, castillos y príncipes que, en esta ocasión, no despiertan a las bellas durmientes con un beso, sino todo lo contrario.

La escritora Cristina López Barrio, en la Silla de Felipe II

Con todo, “Rómpete, corazón”, es un thriller contemporáneo, planteado casi como un cubo de Rubik, combinando “el suspense y la intriga policiaca con los lazos familiares, los cuentos de hadas y las trampas de la pasión amorosa”, señaló López Barrio. Cuenta la historia de tres mujeres –la abuela Rosa, la madre Blanca y la hija Aurora–, en cuyas biografías abundan las muertes y las desapariciones. De hecho, la novela arranca con la desaparición de una niña de 3 años, Clara (hija de Blanca y hermana de Aurora), cuyo extravío recuerda demasiado al ocurrido 12 años atrás, cuando otra de sus hermanas, Alba, se evaporó sin que nunca se descubriera su paradero.

El inspector que asume el caso de la última desaparición, Rogelio Sánchez, no es solo un ex alcohólico que convive con una prostituta oriental, sino que además es el mismo agente que se encargó sin éxito de la primera.

En ambos casos, una única pista: una cinta roja enganchada en la valla que delimita una zona del jardín donde está prohibida la entrada. Pero, al margen de las trabas que el inspector encontrará a lo largo de esta segunda investigación, lo que realmente tendrá que superar son sus propios remordimientos.

Un laberinto de túneles

En realidad, los sospechosos son todos y cada uno de los habitantes de la casa del torreón donde viven las protagonistas: la abuela, la madre, la pareja de la madre, el inquilino que ha alquilado una habitación… Todas esas personas pasean por el jardín asilvestrado de la finca sin saber –o al menos sin saberlo todos– que bajo sus pies se expande un laberinto de túneles que no solo ha aterrorizado a las distintas generaciones de niñas que han residido en la mansión, sino que esconde algún cadáver.

Este misterioso círculo se cierra con la presencia de una excéntrica médium cuyas intermediaciones con el más allá serán mucho más útiles de lo que la lógica podría indicar en una novela en la que las mujeres trastornan a los hombres de un modo difícil de imaginar, llegando a provocar tales obsesiones en ellos que no dudarán en levantar el puñal para matar a cuantos pretendientes se acerquen a sus amadas. En este sentido, “Rómpete, corazón” es también una obra sobre un amor obsesivo. O, mejor aún, sobre muchos amores obsesivos.

“El pueblo tiene una energía distinta”

El torreón de las Melgar destaca por encima de los pinos y la niebla de Abantos, un lugar envuelto en un halo de misterio, tal como recordó la propia autora en la presentación de la novela, que tuvo como escenario el restaurante Horizontal, situado en la misma falda del monte. Historias de apariciones, muertes, sacrificios y sucesos de índole paranormal (desde la leyenda del perro negro a la tragedia del niño Pedrín o la pisada del Diablo) acompañan a esta zona de la Sierra de Guadarrama desde hace siglos.

Incluso se llegó a decir que Felipe II eligió este lugar como emplazamiento del Monasterio para tapar una de las siete bocas del infierno. “También dice la leyenda que las mujeres del rey se aparecen en una de las caras del Monasterio cuando hay luna llena. Se celebraban misas negras y es un lugar de apariciones, de fantasmas. El pueblo tiene una energía distinta, muchos aseguran que por la rocas de granito”, comentaba la autora.

Ya en las primeras páginas de “Rómpete, corazón”, Cristina López Barrio se apropia del aura esotérica y presenta un torreón que parece una “pieza de ajedrez” rodeada de vegetación. Un torreón que recuerda a alguno de los palacetes situados en el barrio de Abantos o también a la cinematográfica Villa Las Torres. “Cada casa del pueblo da para una novela”, concluyó.

López Barrio, con su nueva novela «Rómpete, corazón», en el bosque de La Herrería

reserva del 64

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