Atlético Cercedilla: 20 años de un salto excepcional a Tercera División

El club parrao logró el histórico ascenso en 1999 bajo la dirección de Antonio Gómez Cala. El entrenador, el histórico directivo Antonio Sánchez y dos de los jugadores más emblemáticos, Juan Cortés y Pachi Sanchís, rememoran la gesta en "Aquí en la Sierra"

Domingo 30 de mayo de 1999: el Atlético Cercedilla golea por 5-1 al Santa Eugenia y sentencia la Liga del Grupo 1 de Preferente. Faltando una jornada suma 71 puntos, cuatro más que el gran rival, la UD Barrio del Pilar de Alejandro Leal, y 13 más que el potente CUC Villalba de Roberto Alonso, al que había sacado de rueda en marzo.

El partido apenas tiene historia: Chema abre el marcador a los 23 minutos y Juan Cortés coloca el 2-0 a poco del descanso. Después, dos goles de Damián y otro de Miguel Colón, completan otra de tantas exhibiciones anotadoras, para deleite de las casi mil personas que se agolpan en las vallas de la Dehesilla y Rodeo. Ellos dos, más Juan Nieto, acabarán metiendo 56 de los 75 goles del equipo, una barbaridad en Preferente. El dato ofensivo refleja tanto el sello del entrenador, Antonio Gómez Cala, como la calidad de un equipo confeccionado gracias a su ojo clínico y a la sabiduría gestora de una directiva que fue capaz de proporcionarle las herramientas necesarias.

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Alineación del Atlético Cercedilla en su segunda temporada en Tercera División

Esa mañana de mayo, en medio de la fiesta bañada por los aspersores que se había desatado sobre la hierba natural de la Dehesilla y Rodeo, el presidente, Luis Romero, no veía límites: “el año que viene no sólo nos vamos a mantener, sino que vamos a buscar la Segunda B. Lo dije cuando llegué y así lo vamos a hacer”. 20 años después, Antonio Cala recuerda con mucho cariño al fallecido presidente, una institución en Cercedilla: “Luis decía aquello porque quería jugar partidos por Asturias y esos sitios, el hombre tenía esa ilusión. Se entregó y creo que fue el más feliz. Fue muy importante para el Cercedilla”.

Cala recuerda que “el del ascenso fue un día muy especial. Yo puse un pequeño granito de arena, pero tenía claro que la fiesta era de ellos, de los jugadores. Me fui a casa a celebrarlo con mi mujer, porque fue gracias a ella que yo pude dedicar tanto tiempo al equipo, por todos esos días que se quedaba trabajando en la tienda por mí. Eran los chicos los que tenían que celebrar: se fueron a la fuente del pueblo, y alguno no apareció hasta el día siguiente. Ser además campeón es muy especial, porque significa que eres el mejor”.

En efecto, los números hablaron por sí solos: 74 puntos, con 76 goles a favor y 44 en contra, y toda una segunda vuelta invicto, en la que el Cercedilla sumó 14 de sus 22 victorias, un dato que Cala cita como clave: “Perdimos un único partido, con el Deportivo Alcalá, pero era un aplazado de la primera vuelta y yo no lo cuento. Al Villalba, que tenía muy buen equipo, le cortamos las alas en casa, cuando le ganamos 2-1; y con el Barrio del Pilar empatamos los dos partidos, pero creo que fue justo superarles, por nuestra propuesta. Jugábamos para meter 80 goles. Conseguimos el objetivo jugando muy bien”. 

Un equipo ultraofensivo

Antonio Cala, admirador confeso de Johan Cruyff, jugaba un ultraofensivo 1-3-2-3-2. Los porteros eran Rico, protagonista del ascenso a Preferente, y Mario Pardo, arquero de refuerzo fichado por Cala al Pegaso. En el dibujo eran claves los dos carrileros, preferentemente Israel y Juan Cortés, al objeto de auxiliar en los flancos a la zaga de tres, formada por lo general por Lera, Conde y David, con el complemento de Pachi o Jesús Hernández.

“Israel y Cortés eran muy trabajadores en banda, portentos físicos de los que yo aprovechaba su naturaleza. Lo de ellos y la defensa era innegociable, era arriba donde metía más variantes”, explica el técnico, cuyo plan con el balón, a partir de centrocampistas como Fernando Calvo o Chema, dos de sus pupilos de cuando entrenaba en la base del Pozuelo, estaba dirigido a dar rienda suelta a su espectacular arsenal ofensivo, con Colón en el papel de enganche por detrás de Damián y Juan Nieto.

El técnico Antonio Gómez ‘Cala’

El trío, con sus 56 goles, merece un capítulo aparte de su entrenador: “Colón metió 24, el que más. Tenía mucho gol y eso que arrancaba a 50 metros de la portería. Tiraba faltas y penaltis; Damián era un jugador contrastado, letal arriba, que vino del Orcasitas y había jugado en La Mancha, creo que en el Consuegra; y a Nieto lo traje de El Pardo, donde creció entre grandes futbolistas, como Robles, Buján o César Ávila. Creo que me traje al mejor: en regate podía salir por los dos lados, metía goles espectaculares, asistía…No sé si forzó cinco o seis penaltis. Era otra categoría”.           

Cala, el motivador 

Juan Cortés y Pachi Sanchís, dos de los futbolistas parraos de pura cepa, coinciden en el papel decisivo del entrenador onubense de Zalamea la Real. El central Pachi, único jugador que vivió tanto los tres ascensos desde Segunda Regional como los descensos de regreso a esa categoría, 17 temporadas en el total de su carrera, admite que “Cala fue una parte importantísima, con ese carácter ganador. Yo no tenía ni idea de esto en el fútbol, pero esa mentalidad… Nos dio una forma profesional de ver el fútbol, y eso a la gente le motivó mucho, porque éramos chavales muy jóvenes. Se hizo un vestuario irrompible, con muy buen rollo”.

Para Juan Cortés, futbolista que volvió a Cercedilla después de trabajar con grandes técnicos en clubes como el Fortuna o el Leganés, “Cala supo llevar el vestuario, que era espectacular. Y aparte del gran trabajo de los presidentes, tuvo mucha culpa de que lo cogiéramos con ilusión. Además, traía fichajes muy interesantes”.

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Juan Cortés y Pachi Sanchís, jugadores del Atlético Cercedilla en su época dorada, hace unos días en el campo de fútbol de la localidad serrana / Fotografía: Rafa Herrero

Ambos futbolistas coinciden en que el técnico abordó muy entero y “con más ganas que nunca” la temporada del ascenso, pese a que venía de encajar tres duros golpes: el primero, dirigiendo al Pozuelo, cuando cedió ante el Villalba en la lucha por la promoción a Tercera División tras una derrota jugando en superioridad numérica contra el Alcobendas (4-2), y después de ir ganando 1-2 al descanso. Fue la inopinada debacle que abrió la puerta al primer ascenso del Villalba en 1996; y ya en Cercedilla, Cala encajó dos mazazos consecutivos en 1998, cuando perdió el título en casa ante el Aravaca, y después la promoción frente al Villaviciosa. “Los palos fueron tremendos, pero no creas que él se vino abajo. Al año siguiente estaba con más fuerza”, recuerda Cortés.

Difícil debut en Tercera

Pachi y Cortés vivieron en primera fila la abrupta salida del entrenador en el mes agosto, a una semana del debut en Tercera División ante el Coslada de Pepe Mel. Cortés explica que “nos dijeron que no veían cualificado a Cala para la Tercera División, y que había un fin de ciclo. Se creó el filial y yo me quedé solo como único jugador de Cercedilla en el primer equipo. Yo creo que Cala se merecía seguir, porque era su ascenso, pero…”. Pachi, que bajó al equipo B, coincide y apunta a que “la directiva reconoció después su error”, mientras que el propio Antonio Cala quita parte del hierro al asunto, al admitir que “yo llevaba tres pretemporadas seguidas muy duras, y quizá estaba cansado”. 

Así las cosas, el lunes previo al inicio de Liga la directiva anunció a Teo Lázaro como relevo, un entrenador de contrastada calidad que llegó recomendado por Jesús Villalobos, el técnico del ascenso de Segunda a Primera Regional. Lázaro dirigió apenas tres entrenamientos antes de enfrentarse al Coslada en el histórico estreno del 29 de agosto de 1999, en el que Lucas Villarrubia, un pupilo de Cala desde juveniles, marcó de penalti el primer gol parrao en Tercera División, si bien el equipo no pudo evitar caer por 1-2.

El Cercedilla perdió los cuatro primeros partidos, antes de cosechar su primera victoria por 2-1 ante el Getafe B en la quinta jornada, con goles de Cortés y de Damián. El estreno fuera de casa llegó la semana siguiente, nada menos que en El Val de Alcalá, donde otro gol de Villarrubia a cuatro minutos del final consumó una meritoria remontada parrá (1-2).

Fueron los primeros pasos hacia una salvación que fue matemática el 7 de mayo de 2000, en la penúltima jornada, “gracias a un 1-1 en el Cerro del Telégrafo ante el Rayo Vallecano B”, como recuerda Teo Lázaro, que logró el éxito sumando 40 puntos. “Nos salvamos por la amistad que teníamos todos y por el grupo. Recuerdo las cenas que hacíamos los viernes. También teníamos jugadores buenos: Baena, Kiko, Luis Mayor, Nieto, Esaú, que fue la revelación”. El rapidísimo extremo, que luego hizo una sonada carrera en el Alcalá, anotó goles trascendentales, muchas veces como único punta. “Era otro Nieto”, lo define un Cala que, antes de su marcha, ya había ido amasando el fichaje en sus dominios de Pozuelo. 

El entrenador del milagro regresó tras la permanencia del año 2000, cuando Teo Lázaro se marchó, pero ya no fue lo mismo, al estar el club obligado a equilibrar el presupuesto para evitar males mayores. Aun así, Cala recuerda que “ganamos partidos de gran nivel, como el 3-1 que le hicimos al Parla de Sandoval, con dos goles de Sergio Fauró –un brillante canterano-, o el 0-2 al Pinto de Antonio Iriondo”. Sin embargo, esos triunfos fueron muy episódicos: el Cercedilla ganó sólo cinco partidos y el descenso a Preferente se produjo como colista con 21 puntos, dejando atrás la etapa más gloriosa del club en sus entonces 35 años de vida. 

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Cercedilla campeón de España

Con la perspectiva de los años, Antonio Cala concluye en que aquel ascenso “fue posible por muchos factores: había un alcalde cerca del equipo ayudando en lo que podía, el pueblo de Cercedilla estaba volcado, nosotros hicimos una política de acercamiento, yendo a los bares a tomar pinchos con la gente, luego ellos nos regalaban balones y nos hacían rifas… Y todos los jugadores se sintieron parraos. Fue una historia muy bonita, no la de Cala o la de determinados jugadores”. En eso, Pachi Sanchís no coincide del todo: “Este año, ya no, porque han pasado; pero creo que Cala disfrutaría como un enano siendo el pregonero de las Fiestas de Cercedilla. Se lo merece”.

Tanto el central como Juan Cortés siguen a las órdenes del entrenador en el Cercedilla de veteranos, brillante campeón de la Superliga de Veteranos y, a la postre, campeón de España de la categoría en Castellón con el núcleo de jugadores de la época dorada. Cortés, el encargado de levantar este verano el gran trofeo nacional, es el capitán de un equipo que sólo ha perdido una vez en dos años, por 1-0 en el Pedro Escartín ante el Guadalajara. Es una racha tan excepcional, que Cortés cuenta que “nos han llamado hasta tres veces para jugar en las Azores”. A su lado, Pachi remata: “Si nos vieras… Jugamos exactamente igual, todo es lo mismo. Sólo que lo hacemos a cámara lenta”.

 

Antonio Sánchez: “El ascenso fue posible por la ilusión que teníamos y porque se volcaron el pueblo y la afición”  

Antonio Sánchez Heradio (Madrid, 1948) fue el enfermo de fútbol, como él se suele catalogar, que impulsó desde todos los cargos directivos posibles la época gloriosa del Atlético Cercedilla, club fundado en 1964 con la mediación decisiva del histórico exalcalde, Enrique Espinosa. La guinda del proceso, acelerado a finales de los años noventa con el fichaje del entrenador onubense, Antonio Gómez Cala, fue el ascenso a la Tercera División nacional, tras una meteórica ascensión desde los sótanos del fútbol regional.

Ahora, desde su nueva vida en Ciudad Real, Antonio recuerda el histórico ascenso en AQUÍ EN LA SIERRA, con una cascada de anécdotas que ayudan a entender la excepcionalidad del hito que se consumó en 1999: el salto a categoría nacional de un pueblo, entonces con 5.500 habitantes, con un campo de fútbol alejado del centro y situado en las faldas de Siete Picos, a casi 1.200 metros de altura.   

Con la perspectiva que dan los 20 años transcurridos, ¿cómo fue posible que el Cercedilla llegara a Tercera División, que se diera esa especie de milagro de llevar a categoría nacional a un equipo de Segunda Regional?         

Fue un poco milagro, pero también el ascenso fue la ilusión que teníamos y el volcarse del público, el pueblo, la afición… Recuerdo que cuando cogimos el club habían pagado 39 socios, y que cuando me marché eran 429. Eso hizo mucho. Por entonces, el Ayuntamiento también se comportaba, los aficionados colaboraban, había rifas… Todo lo que hacíamos nos salía bien.

¿Cómo se logró captar a tanta gente en un pueblo como Cercedilla? 

Hacíamos de todo. Recuerdo que hicimos un sistema para subir socios, que consistía en que, desde septiembre que empezaba la temporada hasta junio, si las tres cifras del número de abonado coincidían con las tres últimas del sorteo semanal de la Lotería Nacional, el socio tenía premio. Creo recordar que pagaban 50 euros a la temporada por el carnet y los premios semanales eran de 60 euros. Eso nos ayudó a hacer más de 400 socios. 

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Antonio Sánchez Heradio, directivo en la época gloriosa del Atlético Cercedilla / Fotografía: Rafa Herrero

Y deportivamente, ¿qué bombilla se enciende para dar el primer paso a Primera Regional, luego a Preferente, después a Tercera División? ¿Cómo se decide, por ejemplo, la contratación de Antonio Cala, más la llegada de futbolistas de nivel?         

Mi ilusión era sacar al Cercedilla de Segunda Regional. La vez anterior, siendo presidente, conseguimos sacarlo de Tercera Regional. El primer año se consiguió ascender a Primera en el último partido y, precisamente, ese año (1996), el Villalba jugaba la promoción de ascenso a Tercera División, que no se me olvidará que era contra El Álamo. Entonces, en el campo del Villalba, nos encontramos con Cala, del que ya habíamos oído hablar y yo andaba detrás. Fui con mi entrañable y gran amigo, Luis Romero, le vimos y ya hablamos del proyecto. Realmente llegamos allí a un acuerdo y se empezó el proyecto en Primera Regional. Cala aportaba jugadores, y yo me movía. Recuerdo que había tres árbitros que nos informaban de jugadores, luego íbamos Luis y yo, negociábamos con ellos y nos los traíamos. Fue un año en el que ascendimos a Preferente y al siguiente año jugamos la promoción a Tercera División. El primer año hicimos el equipo juvenil, y dos años después ascendió a Primera. Y el año que subimos a Tercera División hicimos un equipo B, que hacía falta para los chavales que empezaban, y al segundo año también nos ascendió a Segunda Regional.  

Ese año también fue muy bonito, el de la promoción con el Villaviciosa y el campeonato perdido con el Aravaca…         

Sí, lo fue. El último partido de Liga en Preferente era en Cercedilla contra el Aravaca. Ellos nos sacaban dos puntos y, si ganábamos, éramos equipo de Tercera División. No olvidaré que el domingo anterior estuve en Aravaca viendo el partido del equipo con su presidente (Emiliano), una persona súper abierta, e invitamos a todos los presentes a una barbacoa, incluida a la afición. Declaramos el partido contra el Aravaca Día del Club, y hasta fuimos con la furgoneta de José Luis Berzal anunciando el partido por los pueblos de por aquí. Se formó la de Dios, vamos a decirlo así.

Tienes hasta la cifra exacta de espectadores de ese día en la Dehesilla y Rodeo…        

No se me olvida: 2.182 espectadores controlados en puerta. Teníamos directivos con mucha ilusión: Julio, el de Alsiema (patrocinador clave en la historia del club), Albino, José Luis Berzal Peluso 

Perdéis con el Aravaca el ascenso directo y luego la promoción contra el Villaviciosa, pero al año siguiente el equipo está ya muy rodado y subís como campeones. Supongo que lo recuerdas como una temporada redonda

Fue una maravilla. Lo conseguimos contra el Santa Eugenia en la penúltima jornada, ganamos por cuatro o cinco a uno, no recuerdo bien. No olvidaré la presencia de algunos jugadores, en especial la de Óscar Sacristán, que se vino a vernos desde Bilbao. Él y Viudas, otro jugador, me decían cuando estábamos aún en Segunda Regional: “Antonio, si sigues llevándolo como hasta ahora vamos a ver el equipo en Preferente”. Y fíjate que lo que vinieron a ver desde tan lejos fue el ascenso a Tercera División.   

Destacaba mucho la delantera, con Nieto, Damián y Colón. ¿Cómo recuerdas el  equipo del ascenso?

Me acuerdo desde Rico, el portero, hasta el número 11, que no sé si era Nieto o Damián. Recuerdo a todos: Conde, Damián, David, el lateral… ¡Qué disciplina y qué unión había entre ellos, se me saltan las lágrimas! Nos ayudó mucho también el régimen disciplinario, porque al jugador que llegaba tarde a entrenar se le descontaba dinero de las primas, y eso iba a un fondo para organizar cenas. Eso fue muy importante para la unión del equipo, aparte del trabajo que hizo Cala.   

¿Cómo era posible que el Cercedilla tuviera a jugadores como Juan Nieto, del que se decía que podía jugar al menos en Segunda División,  o Damián, que además de ser un delantero tremendo, se permitía el lujo de echarse un cigarrito al acabar los partidos?

 En el contrato de fichaje de Damián entraba que él, después de jugar, tenía que fumar, echarse un Fortuna. Luchamos mucho por él. No olvidaré que yo estaba de vacaciones en Fuengirola, me llamó Cala hablándome de Damián, y me vine para conseguir su fichaje junto a Luis. Y conseguimos el acuerdo económico. Este hombre venía resentido de las cosas del fútbol, de las cosas que se hacían de no pagar, que es a lo que yo no quería llegar. Según decían, en Cercedilla teníamos los sueldos más bajos, pero éramos formales: los días 1 ya habían cobrado todos. Y para los partidos difíciles, procurábamos pagar el domingo anterior al día 1. Luego, recuerdo que Conde nos trajo de Alcobendas a Garcinuño, un gran delantero. Conde le dijo que lo que le iban a ofrecer en Cercedilla, mucho o poco, se iba a pagar puntualmente. También, había jugadores que se iban a jugar a La Mancha o a Andalucía, y cuando acababa la primera vuelta y los clubes veían que no había opciones de ascenso o de lo que fuera, se venían porque ya no les pagaban. Hacíamos esos chanchullitos.   

Sánchez Heredio, con un recorte de un periódico de la época

Cala era mucho más que un entrenador, incluso esbozó una letra del himno del club. ¿El mecanismo era que él señalaba al jugador interesante y tú ejecutabas su fichaje?

Sí. Cala lo llevaba muy dentro. Por ejemplo, en la operación de Damián, el jugador nos pidió dentro de sus condiciones tres meses de adelanto. Y un mes le pagó el club, otro entre Luis Romero y yo, y el tercero lo adelantó Cala de su sueldo. Cala tenía mucho campo abierto, conocía muchos jugadores de la zona de Las Rozas, Pozuelo… Él nos ofrecía, nosotros veíamos los jugadores y, si interesaban, se traían. La mayoría eran aciertos.   

¿Cómo vivisteis el ascenso y los momentos posteriores? ¿Tuvisteis tiempo de disfrutarlo, o enseguida tuvisteis que pensar en la temporada de Tercera?

En el mes de agosto yo ya hacía todo el proyecto económico de la temporada hasta julio, porque tenía que atender mi negocio. Entonces se preparaba la pretemporada económica y deportivamente. Planificaba partidos con equipos fuertes y también con equipos suaves, a los que se pudiera ganar bien, para dar espectáculo e ir haciendo socios…

Pero ese verano las cosas no fueron bien…

En aquella planificación hacían falta cosas, como un preparador físico para Cala, y habíamos hablado con uno que trabajaba en Guadarrama. Mi trabajo en verano estaba en el bar (el Sánchez, en la plaza del pueblo) y, uno de los días que vino Luis, cuando le pregunté por qué tal iba el preparador, me dijo que no había, que Cala había dicho que ya se traería a otro más adelante, “porque como los primeros partidos los vamos a perder…”. Le dije: “Luis, esto no. No podemos traer el preparador físico con la temporada empezada”. Unos días antes del primer partido me presenté en el vestuario y le dije Cala que así no se podía seguir, nos vimos obligados a decirle que dejara el equipo y eso fue el disgusto más grande. Se me cayeron las lágrimas, pero no podíamos seguir así. Era un barco averiado y no podíamos tirar la temporada. Nos ofrecieron tres entrenadores, pero al final vino Teo Lázaro, una maravilla. Con él empezamos la Tercera División.

¿La marcha de Cala se produce en pretemporada y sin jugarse ni un amistoso?

Se jugaron varios amistosos, pero fuera del concurso que yo había presentado. Uno de ellos fue en Becerril, donde Cala preparó un amistoso con el Alcalá de su amigo Eduardo Caturla. Como anécdota, Pepe Mel jugó ese día con el Alcalá su último partido antes de ser entrenador. Jugó la primera parte, y luego nos dijo que se había sacado el título de entrenador y que estaba estudiando ofertas para empezar a entrenar. Curiosamente, debutó contra nosotros con el Coslada, en nuestro primer partido en Tercera División, donde Lucas Villarrubia hizo nuestro primer gol en Tercera. Perdimos 1-2. Luego Pepe Mel quedó campeón con el Coslada.  

Luis Romero fue el presidente del ascenso. ¿Qué ha significado para ti y para el Cercedilla?

Luis era como yo, una persona muy sacrificada con su trabajo, que además estaba muy ilusionado con sus dos hijos, que habían empezado a jugar en Segunda Regional. Luisito, el pequeño, se lesionó de gravedad y dejó el fútbol, pero el mayor, Fernando, era un jugador muy efectivo, a Cala le encantaba. Yo a Luis le vi una acción, en Fuente El Saz, donde se gastó un pastón invitando a todos los jugadores, y me sorprendió, porque yo creía que él era más de toros. Le pregunté: “Oye Luis, ¿a ti te gusta esto del fútbol?”; y él me dijo: “A mí me encanta”. Entonces le dije: “Quieres ser presidente? No tienes que hacer más que esto y esto, y así yo me hago secretario”. Mi ilusión entonces era hacer una escuela de fútbol, porque me había animado Vicente Temprado (presidente de la Federación de Madrid), pero luego no se pudo realizar. Pero vamos, le ofrecí la Presidencia a Luis porque había muchos partidos a los que no podía ir por el bar, y necesitábamos una persona representativa.

¿Qué había de cierto en aquella leyenda que llegó a circular de que Luis vendía vacas para fichar a jugadores?

Eso no fue cierto. Luis tenía ganado, pero se lo quitó de encima porque bajó el tema de la ganadería o algo así, no por el fútbol. Al venderlo, siguió con la panadería, que era muy sacrificada, pero pudo atender más el fútbol y para él fueron momentos de mucha felicidad, de una ilusión muy grande. Posiblemente, alguna vez adelantamos dinero, pero ni a él ni a mí el Cercedilla nos costó dinero de forma directa.   

¿Os asustó que Luis dijera el día del ascenso que el objetivo era subir a Segunda B?

Bueno, eso eran cosas de Luis. Éramos conscientes de dónde estábamos y dónde nos metíamos. Para mí, llegar a Tercera División ya era un disparate, pero lo hicimos frente y conseguimos mantener la categoría. Cuando la promoción contra el Villaviciosa, el alcalde, José Luis López Mora, se me acercó al ver el movimiento de público y me preguntó: “Oye Antonio, ¿qué costaría subir a Cercedilla a Tercera División?”. Me parece que le pedí seis millones de pesetas, y él me dijo que contásemos con ello si ascendíamos. Me gustó mucho su actitud, creo que se ilusionó mucho con lo que vio. Y luego fue muy formal, aunque Eugenio Romero y Enrique Espinosa también fueron muy serios con el club.   

¿Es cierto que el Cercedilla llegó a los 20 millones de pesetas de presupuesto?

No, no creo. Lo máximo estuvo entre 16 y 18 millones, que ya es bastante, aunque el Ayuntamiento nos diera seis. Recuerdo el año en que nos mantuvimos en Tercera que un directivo del Colmenar me dijo que ellos, el Carabanchel y el Puerta Bonita bajaron con presupuestos de 25 a 30 millones.      

¿El éxito qué fue más, de tener ojo deportivo o cuestión de dinero?

Hombre, yo lo reparto al 50%. Sobre todo, Cala tuvo mucho ojo;  y también Teo Lázaro y los tres árbitros que te dije antes: por ejemplo, ellos nos avisaron sobre Richi y Asen cuando estaban en el Liceo Sorolla en Primera Regional (luego fueron canteranos del Atlético de Madrid y llegaron a equipos como el Córdoba o el Real Murcia). Anduvimos mucho detrás de ellos, pero al final no pudimos traerlos.

El  fichaje de Esaú, otro delantero que causaba sensación en el fútbol madrileño, sí pudo ser. ¿Cómo fue?

Fue difícil. Luis y yo le vimos con el Vicálvaro y nos gustó mucho. Me dirigí a sus padres, porque Esaú estaba estudiando, y supe que iba a fichar por el Guadalajara. Al final se vino, porque ten en cuenta que en el grupo de La Mancha tenían muchos viajes, y si jugaba aquí en Madrid podía estar más en casa para los estudios. 

Esaú marcó uno de los goles que derrotaron al potente Alcorcón de Díaz Pablo en el famoso partido de San Lorenzo, cuando no se pudo jugar en la Dehesilla por la nieve…

Sí. Tuvimos que jugar dos partidos fuera: uno en Guadarrama contra el Amorós, el filial del Atlético de Madrid, y el del Alcorcón en La Herrería. Ellos se jugaban entrar en la fase de ascenso y su entrenador, Díaz Pablo, nos dijo que nos iban a ganar bien, que daba igual el campo en el que se jugara. Pero ganamos nosotros 2-1, con gol de Esaú (hizo el 1-0 y Rodri anotó el segundo), y jugó Fran Ochoa, el hijo de Paquito, que creo que hizo la jugada de uno de los goles, o algo así. Paquito Fernández Ochoa era socio y venía mucho, porque Fran jugaba en los juveniles, con Revesado.  

Grandes historias… Si pudieras volver a atrás, ¿repetirías la experiencia?

Ahora seguro que no, pero disfrutamos mucho, tuvimos la suerte de conseguir éxitos. Yo entiendo que un Tercera División es mucho para Cercedilla, pero sí me hubiera gustado dejar un equipo seriecito que hubiese mantenido la ilusión de la gente, que luchara en Primera Regional, o en Preferente. 

Jaime Fresno

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