Cartas de los lectores.- «A los que se quejan»

«La gran nevada del pasado fin de semana ha dejado varias cosas. Primero, un aluvión de fotografías y selfies; después, un torrente aún mayor de quejas. Que si por mi calle no han pasado, que dónde está la sal, que las aceras están peligrosas, que ha pasado la quitanieves y me ha tapado el coche, que si la sal contamina, que ya podían los políticos coger una pala y trabajar, que si cogen una pala para hacerse fotos, que cómo van a ir los niños así al colegio, que a ver qué hacemos con los niños hasta el lunes que no hay colegio… Y así. Todo esto con el efecto multiplicador de las redes sociales, con unos cuantos grupos por cada pueblo.

En el mío, San Lorenzo de El Escorial, esto ha sido así desde el principio, aunque por lo que he visto en otros pueblos, la situación es igual en todos ellos. Que no pase un minuto sin escuchar una queja. Eso sí, todo cómodamente desde el sillón, con el móvil en la mano.

Otra opción, aunque parece que se lleva menos, es la de arrimar el hombro, organizarse con otros vecinos y limpiar cada uno su calle en la medida de lo posible. Evidentemente, lleva su tiempo y hay que ponerse manos a la obra, pero es más efectivo que andar lamentándose a cada momento. Algo que, por cierto, es habitual en los países donde están más acostumbrados a sufrir inviernos rigurosos: Alemania, Suiza, Finlandia, Suecia, Noruega… Allí, la Administración hace una parte, como corresponde, pero los ciudadanos también están obligados a hacer lo suyo, más aún si se dan situaciones excepcionales. Porque, por si alguien no se ha enterado aún, estamos ante una situación excepcional: una nevada como no se había visto en décadas. En la Sierra, probablemente desde finales de los 90, aunque en esta ocasión la acumulación de nieve es incluso mayor que la última que yo recuerdo de gran magnitud, en 1997. Pero es que además la diferencia es que en esta ocasión ha nevado no sólo en la Sierra, sino en toda la Comunidad de Madrid. En toda. Por lo que los medios regionales no han tenido que ir como en otras ocasiones a una determinada zona, sino que tenían que llegar lo mismo a San Lorenzo que a Brea de Tajo; a Collado Villalba que a Villarejo de Salvanés, Las Rozas, Nuevo Baztán, Algete, Alcalá de Henares, Fuenlabrada o Campo Real. A todos y cada uno de los 179 municipios de la Comunidad de Madrid. A todas las carreteras.

Una situación excepcional, aunque haya quien prefiera dedicarse al populismo y la demagogia. Esta mañana leía a un grupo de la oposición decir que se estaba viviendo una situación de caos “como no se recuerda en anteriores nevadas”. ¡Claro! Porque no se recuerda una nevada así en años.

Populismo

Más allá de los ciudadanos, lo que me parece verdaderamente preocupante es que la clase política vuelva a demostrar su nula responsabilidad, azuzando este tipo de comentarios y cayendo en un asqueroso populismo. ¿Que se podían hacer las cosas mejor? Pues sí, como en todo; pero también hay que aprender de errores, además de que una nevada de estas dimensiones desborda todas las capacidades normales de un municipio. Porque las plantillas dan para lo que dan, que ya es bastante. ¿Que se puede contratar más gente? Claro, en vez de 60 pueden ser 200, pero eso supone incrementar el gasto en personal, al que hay que pagar todos los meses, y si ese gasto aumenta, sólo puede salir de los impuestos. ¡Pero es que hay que bajar el IBI! ¡Y hay que dar más ayudas! ¡Y qué pasa con las subvenciones! Ah, es verdad, la cuadratura del círculo.

Quejas, quejas y más quejas. Son los mismos que se indignan porque los ayuntamientos o la Comunidad de Madrid pidan la colaboración de los ciudadanos, siempre que no sean de su mismo signo político, claro, porque luego resulta que cuando gobiernan también apelan al “trabajo en común” para buscar voluntarios cuando toca. Son los que dicen que dónde está la sal y justo un minuto después retuitean un mensaje buenista diciendo que basta ya de echar sal, que es muy contaminante y que en otros países no lo hacen (por supuesto, sin preocuparse de comprobar si es así). Son los mismos que critican a quienes plantean la declaración de zona catastrófica y, unas horas después, lo piden ellos mismos sin ningún rubor. Y son los mismos, en fin, que se pasan el día quejándose sin mover un dedo, haciendo leña del árbol caído, pero sin ayudar a levantar las ramas. Tienen una vida triste, buscando siempre el enfrentamiento y sin proponer nada en positivo, aunque sea la mayor nevada que ha visto Madrid en 50 años. No es sorprendente, porque es la misma escena que se repite día tras día, pero si todo ese esfuerzo lo invirtiéramos en otras cosas, nos iría bastante mejor. Y ahora, después de su último mensaje en redes sociales, ya saben: cojan una pala, o lo que tengan a mano, y colaboren».

Álvaro D. H.

San Lorenzo de El Escorial

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