«Miedo a la libertad».- Artículo de opinión de Enrique Garza Grau

«La crisis del coronavirus está siendo el caldo de cultivo perfecto para que se difundan noticias falsas con aparente credibilidad, que no sabemos a qué intereses responden…» Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior del Gobierno de España.

Ayer escuché con atención un debate online que organiza FORO LC semanalmente sobre la situación político-social de España, coincidiendo con el hito histórico del que estamos siendo desafortunados protagonistas: Covid-19 y crisis 2020. Convenían el ponente y los partícipes lo siguiente: España está viviendo un proceso de revolución oculta perfectamente diseñada por el pensamiento neocomunista que nace con Gramsci y que reveló López Quintas en su obra (Revolución Oculta), en la que viene a exponer cómo en Occidente se está realizando una inversión de valores subrepticia, a través de la manipulación del lenguaje y el uso de etiquetas dualistas («progresista, liberado, moderno», etc. versus «inmovilista, autoritario, de derechas»…). Mi sabio profesor dice que el manipulador intenta cambiar la escala de valores y las concepciones de vida con tácticas tergiversadoras que evitan la revolución tradicional —enfrentamiento directo—, pero comparten objetivo totalitario.

A nadie se le va a escapar que la manipulación es una herramienta dirigida a la captación de la benevolencia de la sociedad con planteamientos tergiversados que impiden cualquier discusión honrada y racional. El manipulador —Sánchez, para que nos entendamos— pretende así hacer de la sociedad una masa amorfa a la que vence sin convencer, gracias al exceso de información y a una «cultura popular» disfrazada de presunta sabiduría. Esta cultura almodovariana no deja de ser un trampantojo intelectual antidemocrático con poder suficiente para movilizar a la masa sin que ésta posea herramientas de respuesta, absorta por el pensamiento revolucionario y tiranizante impuesto en el subconsciente social por el manipulador.

Enrique Garza Grau

No me había parado a pensar en algo muy básico que dijo el ponente —catedrático y miembro de la Real Academia de Jurisprudencia de Galicia— :«Actualmente no se cumplen los cuatro primeros artículos de la Constitución española». La afirmación me heló el alma, puesto que la libertad es patrimonio de éste y no de Pablo Iglesias; hasta tal punto que ésta mañana he releído la Carta Magna del 1978 —aunque viaja en mi memoria de abogado— y observo que han quedado en agua de borrajas tanto el texto completo como los valores que lo fundamentan. Si hacemos un repaso de los derechos fundamentales y principios democráticos que regula: la igualdad ha mutado hasta convertirse en una falacia, puesto que los políticos tienen privilegios tributarios, administrativos y sociales que no tenemos el resto de los ciudadanos; si ellos no son el ejemplo de la sociedad, no pueden exigir al pueblo que lo sea. Tampoco existe una organización judicial absolutamente independiente de la clase política; tan solo hay que mirar a los ojos a la Fiscal General, Dolores Delgado, conocida por su desvinculación política de todo aquello que no sea socialismo: pensemos en la resistencia de la clase política para ceder a la Justicia espacio a su autogestión sin nombramientos tóxicos, en esto tiene tanta corresponsabilidad política el PP como el PSOE. No está garantizada la unidad de España; ni la continuidad de la monarquía constitucional, hasta el punto de que el Gobierno es totalmente republicano y se apuntala con el voto de separatistas dispuestos a derrocar al Rey en cuanto puedan; se ataca la libertad de educación y la prensa está controlada por grupos de presión —no se parece en nada a la de los años de la Transición— y mercenarios de la comunicación de escaso nivel cultural.

No cabe duda de que una vez avance la desescalada, más de 300.000 autónomos no van a poder pagar sus deudas y cerrarán las puertas sin una base asistencial para dar de comer a sus hijos. El Gobierno se afana en blanquear la imagen de los terroristas de ETA y etiquetar de fascistas a quienes defienden los valores democráticos recogidos en la Constitución. Con clara voluntad totalitaria, el Gobierno está debilitando la economía española —además de haber despreciado durante tres meses la mayor pandemia que hemos vivido en cien años, con un coste de más de 40.000 vidas y una sola imagen, el entierro de Julio Anguita— y va a dejar sin trabajo a millones de españoles sin despeinarse, adoptando medidas inversas a las tomadas por otros países de nuestro entorno, tanto en el ámbito económico como sanitario.

Prácticamente la totalidad de los participantes en la charla coincidían en que la única salida es algo que parece obvio: España debe recuperar los valores del 78. Quizá  en una situación de emergencia como la actual la formula más acertada sería la creación de un gobierno de tecnócratas dirigido con el consenso de todos los partidos que quieran reforzar los valores constitucionales: libertad individual, libertad de empresa, igualdad ante la ley, libertad de prensa y cátedra, independencia poder judicial. Un gobierno acompañado de un pacto social y económico que sirva para modificar también la ley electoral, que está dando privilegios a las minorías nacionalistas en las comunidades autónomas —fuente de la corrupción política de los últimos 40 años: Andalucía, Cataluña, Madrid, País Vasco y Valencia—. La solución es simple y obligada; poner freno a la revolución oculta, ese monstruo alado que se alimenta con lo que llamó Wittgenstein «los juegos del lenguaje» y ahoga el futuro de España con la oleada de manipulación que tenemos encima. Y el desequilibrio de un presidente, que es capaz de apoyar cualquier cosa por destructiva que sea, con tal de permanecer en el poder. Ahora bien, de lo que no dispone la clase política es del factor tiempo. En dos meses España estará pasando hambre física y eso no lo frena el lenguaje ni la mentira institucional, sino la seguridad del pueblo, en que los políticos no le están vendiendo más mentiras en nombre del Ministerio de la Verdad.

Enrique Garza Grau

(Abogado y Dr. Prof. Humanidades y CC.SS.)

San Lorenzo de El Escorial

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