Fallece el pintor y escultor Martín Simón: «Te has ido sin despedirte, tú también…»

José de Martín Simón (Gata, marzo de 1940 – Alemania, septiembre de 2018).

Querido Pepe:

Te has ido sin despedirte, tú también. Para que te eche de menos, aún más de lo que lo he hecho estos últimos años. Quizá haga una crónica sobre tu partida. ¿Tendré guardada tu voz? En la maleta con las cintas de casette, seguro. Qué diré de ti: pintor y escultor de reconocidísima trayectoria, extremeño de nacimiento, vasco de crianza y villalbino, por decisión propia… En las calles de este pueblo dejaste tu huella. Ya no podré mirar igual a esa dama que nos recibe, como si fuera la verdadera anfitriona de la Casa de Cultura. Tus enebros eternos. Tus piedras hieráticas. Lo que hasta ahora evocaba tu presencia, será a partir de hoy un recuerdo de tu ausencia.

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Composición con la imagen del artista y algunas de sus obras / www.martinsimon.es

No quisiera poner etiquetas a tu arte, porque nunca quisiste “ismos”. “Eso son cosas de los críticos”, decías. Para mí, lo más importante de toda tu creación, lo que me une a ella y me fascina, es el mensaje: tu mensaje. Siempre hay un mensaje en tu obra, una lucha, un interés social, una denuncia, un homenaje. Un mensaje siempre reflexivo, valiente, limpio como la mirada de un niño.

Buscando cosas que escribí sobre ti, he encontrado un artículo de 2001 sobre el “Concierto de Salamanca”, que entonces partía desde tu estudio de Fontenebro para, después de darse un garbeo por varios países, terminar en el Auditorio de Música de la capital charra. Atónita me he quedado, porque en esa entrevista, la primera que he encontrado, me hablabas precisamente de la muerte: Pero además, como toda la obra de Martín Simón, este mural es una llamada de atención al alma humana, una reivindicación de la vida en sí misma y no sólo en su valor material. Por eso, el artista salva del vertedero todo tipo de materiales, que son dados por perdidos en el gran despilfarro del mundo rico, que no se acuerda de aquellos que sueñan con lo que otros desechan. “Lo utilizo como símbolo, el hombre de nuestra civilización se ha acostumbrado a derrochar las cosas porque le sobran e, incluso, se derrocha el hombre, que a los 40 años ya no puede encontrar trabajo porque las empresas piensan que no tienen nada que ofrecer. Todo esto es mentira, yo quiero demostrar con mi obra que el hombre es útil hasta que muere e, incluso, después de muerto”, explica el artista”.

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Fuente de la plaza de las Bombas, en Collado Villalba, coronada por una escultura de Martín Simón / Web Ayuntamiento Collado Villalba

Puedes estar tranquilo amigo, tú no fuiste un hombre derrochado. De entre tantas etiquetas, elegías la de humanista. Humano y creativo, como los hombres del Renacimiento. Prolífico en las artes plásticas, maestro esporádico de la escritura y la poesía y admirador de la música. Viajero, aventurero, pionero y sociable, inmensamente sociable, y sobre todo, familiar; porque no existe Pepe Martín Simón sin su familia. Son una misma cosa.

Siempre arraigado a los suyos y siempre buscando libertad. Porque Pepe Martín Simón era un hombre que sabía volar y, además, tenía el título de piloto de avionetas. «El Principito» encontró a su aviador en el desierto, yo no tuve que ir tan lejos. Era mi vecino. Y en este caso, es el aviador el que enseñó a la niña. Aún recuerdo el titular de la primera entrevista que te hice, allá por 1991: “Vivimos en la era de la mediocridad”, sentenciaste. Tantas y tantas veces, casi cada día a lo largo de estos años, la vida me ha demostrado cuánta razón tenías, en ésta y en otras muchas cosas.

Querido amigo, querido maestro. Qué afortunada me siento de haberte conocido. Gracias por tu arte, gracias por tu ejemplo y, sobre todo, gracias por tu cariño.

Que tu alma vuele tan lejos como grande fue en su paso por la tierra.

Graciela García

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«Sandía suprema» (óleo sobre tela, 2013)
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