«Obedecer o desobedecer» (un artículo de Félix Alonso)

En circunstancias normales hoy tendríamos que estar escribiendo sobre el treinta aniversario de la muerte de Tarkovski,  que se celebra el próximo día 29 de diciembre; nosotros sin duda pondremos nuestro granito de arena con un documental de Chris Marker, que  filmó sus últimos momentos, cuando estaba a punto de terminar su película «Sacrificio».

Hoy, sin embargo, lo que más me duele es el PSOE (el de allí y el de aquí). No puedo soportar cómo la desobediencia a los poderes difusos (pero evidentes) sea aplaudida con entusiasmo por algunos. En eso ha consistido la defenestración de Pedro Sánchez, en ser desobediente.

Rousseau mantenía lo siguiente: “Que todos obedezcan sin que nadie mande, que sirvan sin que haya ningún señor”. Pensó la libertad como la máxima expresión de la obediencia de todo respecto a todos.

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En un vídeo que he visto de Marina Garcés en “Espai en Blanc”, ésta, al contrario que la gestora, aboga por una sociedad sin amos donde la igualdad y la libertad sean permanentemente realizadas. ¿Por qué no nos rebelamos? Quizás porque tenemos miedo a la libertad. Seguimos temiendo que sin obediencia solo nos espera el caos.

Para cualquier socialista con pensamiento crítico, estas cosas (que Alierta decida) deberían ser motivo de rebelión, y sí, se está produciendo un movimiento denominado “rebelión de las rosas”, pero, como hemos podido observar, no ocupan ninguna página en los medios que defienden la obediencia. Se está ignorando la constitución de las numerosas plataformas pidiendo un congreso de forma inmediata. Me ha apenado que el todavía secretario general de la Agrupación Socialista de San Lorenzo (sigue por responsabilidad, me dicen) aparezca en una foto predicando la obediencia, cuando aquí, en nuestro pueblo, se votó mayoritariamente por lo contrario.

En el siglo XVI, aquí que nos gusta tanto Felipe II, se escribió un libro con el sugerente título de: “La servidumbre voluntaria”, de Étienne de la Boétie. En sus páginas analiza una cuestión verdadera que nos cuesta reconocer: toda obediencia es voluntaria. La cuestión, que también se lo he leído a Marina Garcés, filósofa de cabecera, es que obedecemos porque queremos. La verdadera cuestión de la emancipación es si hay alguna manera de vivir juntos que no dependa de la obediencia. La Boétie lo tenía claro, y quizás hoy lo tendremos que redescubrir: la cooperación. Cooperar entre nosotros. Los poderes difusos y sus obedientes no quieren la cooperación (entre la izquierda, claro).

Spoiler: ¡Por fin funcionó la megafonía en un acto público local!

 

Félix Alonso (Colectivo Rousseau, San Lorenzo de El Escorial)

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