Carlos Soria: “Pido que la vejez no me ataque y que pueda ir al Dhaulagiri y al Shisha Pangma”

Carlos Soria lleva unas semanas saboreando la conquista del Annapurna en Moralzarzal, su reducto serrano, desde que un amigo le descubriera sus bondades hace 11 años, cuando “pensaba que tenía que salir de Madrid sí o sí”. Al llegar se encontró con dos sorpresas: la primera, recibida con resignación, fue descubrir en uno de sus entrenamientos por el Cerro de Telégrafo que hay “alguna planta que me da alergia, todavía tengo algo irritado el brazo”; la segunda, ser objeto de un nuevo homenaje de su Ayuntamiento, que decidió dar su nombre a una sala multifuncional del polideportivo de Navafría, presidida por la espectacular fotografía de su momento en la cima del Annapurna, la montaña que al fin logró derrotar tras un ataque final de 23 horas sin descanso. Lo hizo con 77 años y tres meses de edad, asombrando de nuevo al mundo.

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¿Ha sido el Annapurna tu cima de más de 8.000 metros más difícil, la que peores condiciones meteorológicas ha presentado?
La peor. Sin ninguna duda la peor. La mayoría de las cumbres que he subido las he hecho cuando había un pronóstico de tres o cuatro días de buen tiempo. En el Kangchenjunga, que es una montaña complicada, hizo un tiempo estupendo y cogimos el momento. Pero aquí no lo había, llevábamos mucho en el campo base y había pequeños huecos que había que aprovechar. No creíamos que iba hacer tan malo, y tampoco el meteorólogo lo creía. Él daba como 25 ó 30 kilómetros por hora de viento en la cima y, desde luego, seguramente ese dato se dobló.
Luego es correcto que sopló a más de 60 kilómetros por hora en la cumbre…
Es muy posible que sí, aunque no teníamos nada para medirlo. Además de todo eso, para llegar a la cumbre hay un cular de unos 200 metros en los que no pudimos poner cuerda fija y la subida y, sobre todo, la bajada, fue muy dura, con un tiempo además bastante regular.
Carlos Soria suele ser muy precavido en montaña. ¿Esta vez violó alguna de sus normas de seguridad?
No. Podíamos hacer lo que hicimos y no hubo ningún problema. El médico (Carlos Martínez) tuvo un pequeño problema de congelación en el pie, porque al principio no había podido cerrar bien una cremallera de la bota La verdad es que fue muy al límite, porque fueron muchas horas y la bajada fue muy dura. Además, la montaña engaña por las fotos. Parece que la parte de arriba va a ser plana, pero no. Hay una cuesta y, además con media ladera. Yo tenía un gran dolor en el exterior del gemelo derecho, lo tuve rígido muchos días.
¿Qué tal fue el famoso paso entre los campos 2 y 3, con esa grieta que os creaba dificultades?
La grieta era lo de menos. Lo de más es que es el sitio más peligroso de la montaña. Es donde hay más avalanchas. Pero se portaron bien y nos hicimos amigos de la montaña.
¿La diferencia principal en el Annapurna respecto al intento del año pasado ha sido que la montaña estaba menos cargada de nieve?
Sí. Aunque el año pasado pasaron muchas cosas. Habíamos quedado con un grupo que dominaba un sherpa y éstos se pusieron muy nerviosos; quisieron ir demasiado pronto y no estaba todavía todo organizado. Como era de prever, a la bajada tuvieron muchos problemas, murieron dos personas y los demás bajaron con muchas congelaciones… A partir de ahí, la montaña no dio opciones; nevó muchísimo. Este año había menos nieve. En la parte baja se llegaba al campo 1 sin crampones, por roca y sin ningún problema. Lo peor son los seracs –bloques de hielo gigantes en permanente riesgo de ruptura- y las avalanchas, pero ha ayudado el que hubiese menos nieve para que fuesen menos voluminosas.

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¿Es el Annapurna, como se dice, la montaña más peligrosa?
La más peligrosa, no sé. Lo que sí sé es que es la más peligrosa de los ochomiles. El índice de accidentes en esta montaña y el K-2 es el más alto.
Tras el Annapurna, el Dhaulagiri. Fuiste al campo base y allí estaba la expedición de Juanito Oiarzábal y Alberto Zerain. ¿Cómo eran las condiciones, porque además por razones de permiso de trabajo ya no estaban el doctor Carlos Martínez ni Luis Miguel López?
Eso no importaba. Descansamos cinco días en Pokhara, que es un sitio muy agradable, y nos fuimos al campo base. La verdad es que a los tres o cuatro días de estar allí me encontraba perfectamente. Estuve entrenando y ese día corremos por allí a 4.600 metros, y podíamos haber subido, pero no quería hacerlo en las mismas condiciones que en el Annapurna, el estar ahí justito. Lo lógico era hacerlo con tres días de buen tiempo, que no los hubo. Alberto subió, Juanito no, porque no se encontraba bien.
Has hablado ya del plan de la próxima temporada, con el Dhaulagiri y el Shisha Pangma. Sobre esta última montaña, ¿no te da rabia que, teniendo la cumbre central, no cuente para el Reto de los 14 Ochomiles?
No. A mí me parece estupendo volver al Shisha Pangma, no me da rabia en absoluto. Lo que pido es que me dé tiempo, que esto de la vejez no me ataque por ningún sitio más fuerte de lo normal y no pueda ir. El año que viene iremos al Dhaulagiri en primavera y luego intentaremos ir al Shisha Pangma en otoño.
Da la sensación que entre el Kangchenjunga, que fue la penúltima cumbre, y el Annapurna, tu condición física se conserva en nevera, estás muy bien…
Hasta ahora, sí. Incluso este año he tenido mi rodilla izquierda en mejores condiciones. Ahora en cambio, no: me van a volver a inyectar, pero espero que siga conservándose.

Jaime Fresno

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