Wielicki, en Moralzarzal:»Escalar en invierno fue la forma de tener protagonismo»

El alpinista polaco Krzysztof Wielicki, "el rey de las escaladas invernales", premio Princesa de Asturias al Deporte junto al italiano Reinhold Messner, aseguró el domingo en una charla ofrecida en Moralzarzal (Madrid) que el hecho de afrontar las escaladas en invierno "fue la fórmula para dejar huella en el himalayismo". A sus 68 años, el primer hombre en escalar el Everest, Kangchenjunga y Lhotse en invierno, además de ser el quinto alpinista en el planeta en conquistar los 14 ochomiles, explicó en la localidad madrileña un hecho que ha puesto a su país a la cabeza de la historia de las grandes cumbres del mundo, al desafiar con un estilo propio los rigores de los colosos del planeta.

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El alpinista polaco Krzysztof Wielicki, «el rey de las escaladas invernales», premio Princesa de Asturias al Deporte junto al italiano Reinhold Messner, aseguró el domingo en una charla ofrecida en Moralzarzal (Madrid) que el hecho de afrontar las escaladas en invierno «fue la fórmula para dejar huella en el himalayismo».

A sus 68 años, el primer hombre en escalar el Everest, Kangchenjunga y Lhotse en invierno, además de ser el quinto alpinista en el planeta en conquistar los 14 ochomiles, explicó en la localidad madrileña un hecho que ha puesto a su país a la cabeza de la historia de las grandes cumbres del mundo, al desafiar con un estilo propio los rigores de los colosos del planeta.

149.-PICO-ESCUZANA-Y-MONDARRUEGO-DESDE-BUJARUELO-3059-bnWEB-1170x683«Los escaladores polacos no tuvieron ningún protagonismo en la primera fase de las expediciones al Himalaya. Entre 1950 y 1964 se conquistan los 14 «ochomiles» del planeta, pero los polacos no estuvieron presentes por la situación política y social del país. A mediados de los 60 ya era posible salir al extranjero y buscamos una forma de dejar huella en el Himalaya. La fórmula fue escalar en invierno»

Otra de las características en la forma de ver el alpinismo por Wielicki, es tratar de escalar sin oxígeno.

«A veces lo hemos usado, porque había que cumplir órdenes del jefe de la expedición, y en nuestro club obligan por seguridad, pero en realidad el oxigeno no aporta tanto si antes haces una buena aclimatación» señaló el alpinista de 68 años en una charla celebrada hoy en la localidad madrileña de Moralzarzal con el periodista y escritor Sebastián Álvaro.

Wielicki, que el pasado viernes recogió en Oviedo el Premio Princesa de Asturias junto a Messner, el primer hombre en conquistar los 14 cimas más altas del planeta, confirmó que próximamente dirigirá una expedición al K2, en la que llevará oxígeno «únicamente por motivos médicos de urgencia».

Hablando de la gran generación de alpinistas polacos que han hecho historia en el himalayismo, reconoció que Denis Urubko, otro de los conquistadores de los 14 techos del mundo, forma parte de la década de oro del alpinismo polaco, estará en su próxima expedición, a pesar de que «su filosofía de escalada no coincide con la mía».

Se refirió especialmente a Wanda Rutkiewicz, «quien se adelantó a muchos hombres» conquistando el Everest, tope del planeta, en 1978, la tercera de la historia y primera europea. Además, la polaca hizo historia en la cima del K2 en 1986.

Sobre Jerzy Kukuczka, el primer hombre en firmar cuatro conquistas de ochomiles en invierno, dijo que «era un hombre duro y terco, que buscaba siempre hacer algo nuevo, con el afán de pasar a la historia».

Se refirió también Wielicki a Voytek Kurtika, el hombre que desafiaba al miedo y afirmaba que el montañismo era «el arte de sufrir».

«Él también sufrió mucho y desarrolló el arte de sufrir. Junto a Kukuczka formaba un equipo fantástico».

En un país de montañas bajas, la más alta, el Rysy, apenas tiene 2.500 metros, la explosión de la escalada de élite y los éxitos tuvieron una explicación cuyo motor fue la pasión de un grupo de montañeros universitarios en tiempos políticamente complicados.

«Los universitarios podíamos ir a escuelas de alpinismo y teníamos hambre para buscar el éxito mediante la profesión o la pasión, y algunos decidimos tomar el camino de nuestra pasión. Nuestro club generaba mucho dinero con trabajos verticales en fachadas y podíamos costear las expediciones. Ahí empezó todo».

Wielicki se refirió a los momentos de tristeza cuando se pierde algún compañero en la montaña.

«Solo conozco una persona que dejara la escalada después de una experiencia dramática. Pero los alpinistas pasamos malos momentos y luego volvemos, tenemos una dependencia que no nos permite dejarlo. Un rasgo de los alpinistas es que siempre pensamos que vamos a salir airosos de cualquier situación, y no tenemos miedo, aunque en alta montaña haya factores que no dependen de nosotros. Cuando alguien desaparece te planteas cosas, pero luego vuelves».

Sobre las nuevas generaciones de alpinistas, Wielicki dijo que «las montañas con las mismas y no hay tanta diferencia a la hora de escalar, pero lo que cambia es la mentalidad».

«En la última expedición nosotros no usamos las redes sociales, pero los jóvenes se pasaban las horas tecleando los móviles y ordenadores. No entendíamos que estaba pasando, Es una diferencia que hay que asumir».

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