El caso Filbinger

En el año 78 un tal Clans Peyman, amigo personal de Tomas Berhard, estaba al frente de un importante teatro de Stuttgart. El primer ministro del Land, apellidado Filbinger, quiso destituirlo por ser un “rojo peligroso”, pero las ironías del destino hicieron que fuera Filbinger el destituido al descubrirse su turbio pasado de juez bajo el nazismo.

Los mismos que borraron del registro civil la partida de nacimiento de Benito Pérez Galdós nada más terminar la Guerra Civil; los mismos que negaron la cátedra a Manuel Sacristán, uno de los mejores filósofos españoles; los mismos que no quisieron ver de catedrático a Castilla del Pino, los mismos que expulsaron a Aranguren y a Tierno de la Universidad, se permiten colocar fake news en primera página de sus periódicos.

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Esos mismos, procedentes del ámbito de Intereconomía, se reunirán para hablar de la Leyenda Negra en la Casa de Cultura, y obviarán, con toda seguridad, a Josep M. Colomer, de un currículo tan potente como indiscutible, que en su último libro, titulado “España, la historia de una frustración”, sostiene que “un imperio ruinoso hizo un estado débil, el cual construyó una nación incompleta” (…) “El imperio fue una ruina porque la empresa sobrepasaba la capacidad de un gobierno pobre como el español, que para costear dicha quimera hizo la quiebra de su forma de vida”.

La alcaldesa, que ya debería indicar sus preferencias políticas de cara a las próximas elecciones, saca la patita presentando el evento, con un entusiasmo inversamente proporcional al que demostró con el proyecto “Nietzsche en San Lorenzo de El Escorial”.

Félix Alonso

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