La familia Giralt se reencuentra con los antiguos hornos de Valdemorillo en una emotiva visita a la Casa de Cultura

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El apellido Giralt que da nombre a la Casa de Cultura de Valdemorillo representa un vínculo tan vivo como importante para la vida e identidad de esta villa, un nexo decisivo a la hora de conocer la historia local y el  mejor apelativo para un “estrecho lazo” que se mantiene igual de firme década tras década, como se traduce en gestos como el que este pasado 11 de noviembre sumó una visita familiar, la organizada por Pablo Giralt de Arquer, hijo del último dueño y director que tuvo la fábrica, de la que restan las emblemáticas chimeneas. Una industria que marcó un periodo decisivo en el devenir de esta población, y con la que de algún modo aún es posible reencontrarse. De hecho, este deseo de conectar con aquel entonces resulta posible en el recorrido al   que dio paso este ‘retorno’, protagonizado por los parientes de Pablo llegados de los más diversos puntos, los más cercanos de Madrid y también de Barcelona e incluso Bruselas.

Recibidos por la concejal de Educación y Cultura, Encarnación Robles, los familiares de Enrique Giralt Rocamora tuvieron así ocasión de volver al pie de los hornos convertido en símbolo local, y más aún, comprobar cómo queda ya expuesta en el interior del conocido como «Vulcano» la interesante selección de piezas de laboratorio realizadas en porcelana y vidrio, donadas en gran número meses atrás y para las que se han dispuesto unas vitrinas especialmente diseñadas para que permanezcan bien visibles al público. Un detalle que los visitantes apreciaron y que vino a rubricarse, además, con la entrega de otra donación más, un frutero de la colección «Mosaico», igualmente de gran valor, datado hacia 1884, y que fue adquirido exprofeso por Luisa, hija también de Enrique Giralt, para que pase a formar parte de los fondos permanentes de la Cueva Museo, CUMMVAL.

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Emplazada en el que fuera almacén de una materia prima para la actividad de la recordada fábrica como el caolín, esta instalación conserva todas sus características bajo los sillares de granito que la forman, motivo por el que el paso por la misma representó otro de los momentos más emocionantes de una visita que se completó con un paseo guiado por la casco urbano valdemorillense, descubriéndose así la arquitectura de posguerra que preside la calle Balconcillos, y dejándose sorprender por el notable contraste que ofrece el templo parroquial, con sus recios muros, testimonio de sus orígenes en torno al siglo VIII, la portada herreriana y la bella esbeltez del gótico que encarna el interior de su gran nave.

Además, en este nuevo reencuentro de Valdemorillo con los familiares de Enrique Giralt, y de su hermana María, tan ligada también al devenir cultural de esta villa, dando su nombre a la Biblioteca Municipal, no faltó ocasión para comentar los avances registrados gracias a la estupenda labor de investigación que viene realizando Pablo Giralt, quien continúa recabando toda clase de documentos, fotografías y piezas, conformando un trabajo de extraordinario interés para conocer mejor la realidad que supuso la fábrica que dirigiera su padre, y más concretamente en el periodo comprendido entre 1915 y su desaparición, en 1936. Y junto a los hijos de Enrique, también Laura, hija de María, nombres todos que demostraron lo intensamente viva que sigue estando la relación de la familia Giralt con este pueblo que, como destaca la responsable del área de Cultura, siempre les recibe con especial cariño y entusiasmo.

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